La revolución del esquisto
Por Helmut Franken
“La producción de petróleo y gas de esquisto llegó para quedarse, y que, sumando y restando, es un desarrollo positivo para el mundo”.
Por Helmut Franken
Socio Fundador Sur-Sur-Economics
En la edición de mayo/junio de la revista Foreign Affairs, Edward L. Morse publicó un artículo el que argumentaba que, a pesar de los escépticos y sus detractores, la producción de petróleo y gas de esquisto llegó para quedarse, y que, sumando y restando, es un desarrollo positivo para el mundo.
La base de la producción es la fractura hidráulica (fracking): inyección de arena, agua y químicos en las rocas de esquisto para romperlas y liberar los hidrocarburos atrapados. Los riesgos ambientales son altos, pero se están aplicando las mejores prácticas para mitigarlos.
Como en toda revolución, hay ganadores y perdedores. Entre los ganadores se encuentra EE.UU., que en los últimos tres años ha sido el productor de hidrocarburos de más alto crecimiento, habiendo desplazado a Rusia, que hasta hace poco era el mayor productor de gas. Más aún, se prevé que dentro de dos años desplazaría a Arabia Saudita, para convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo. Los saudíes, por su parte, han iniciado una estrategia de precios predatorios para dañar a la competencia y proteger su participación. Esto ha hecho caer los precios del petróleo de manera abrupta y significativa: de junio a la fecha, el valor del barril de crudo Brent ha disminuido casi 30%, acercándose a la barrera de los US$ 80 el barril, el más bajo en los últimos 4 años. Los analistas apuestan a que esta barrera no será traspasada.
Esta guerra de precios está dejando a varios heridos en el camino. Entre ellos Irán, Rusia, Venezuela, y los países africanos productores de petróleo, como Angola, Nigeria y Guinea Ecuatorial. En este último caso, la producción de hidrocarburos representa 86% del PIB y los ingresos fiscales de este sector corresponden a más de 90% de los ingresos totales.
¿En qué lado está Chile? En el de los ganadores. Al ser un país importador de petróleo y gas natural, la caída en los precios tiene un impacto positivo, tanto en términos de la actividad económica como en la contención de la inflación. Si bien esto se mitiga por la desvalorización del peso frente al dólar, también refuerza el efecto en la actividad económica al favorecer al sector exportador. A más largo plazo, Chile también puede estar entre los ganadores si logra desarrollar su potencial como productor de petróleo y gas de esquisto, esfuerzos que están siendo canalizados a través de la Enap.