Municipalidades: chivos expiatorios
Por Mario Olavarría Rodríguez
“Las municipalidades han aprendido a administrar la pobreza de recursos que el Estado envía para educación”.
Por Mario Olavarría Rodríguez
Presidente AMUCH
Alcalde I. Municipalidad de Colina
La educación ha sido susceptible al lucro, a la desregulación de los colegios y al descuido de un Estado central que se ha preocupado más de indicadores que de objetivos, que ha invertido poco y mal y que ha experimentado con políticas públicas sin control ni evaluación. Y cuando fiscaliza, lo hace solamente hacia abajo, metiendo a las 345 municipalidades en el mismo saco de unas pocas “despelotadas”, como dijera el contralor.
Ahora resulta que son las municipalidades las grandes culpables de todo en la gestión en la educación, lo cual es tremendamente injusto, porque si de algo han sido responsables es de haber sido las únicas preocupadas por mantener el barco de la educación pública a flote, contra viento y marea, en las comunas del país.
Los últimos estudios de la Asociación de Municipios de Chile (AMUCH) demuestran cómo en las comunas más alejadas de los centros urbanos (que son también las más pobres) han sido las municipalidades las que se han encargado de la educación de nuestros hijos. Ahí donde más se necesita invertir para superar la inequidad del país han estado durante 30 años, y es esa experiencia en la administración territorial de colegios y liceos la que se quiere tirar a la basura. Las municipalidades han debido aprender a administrar la pobreza de recursos que el Estado central envía para financiar la educación estatal comunal, porque han sido ellas las que se han visto en la obligación, por culpa de la ceguera sectorialista del centralismo, de suplir desde sus propios bolsillos los exiguos recursos que se envían para educación (y salud). Han hecho, con poco, un gran trabajo, pero para los grandes expertos del ministerio (que ni una hora de aula tienen en el cuerpo, y de los cuales dudo que alguno haya pasado por algún colegio municipal-no-emblemático), la gran solución y cura es la “desmunicipalización”.
En Chile necesitamos mejorar la educación, qué duda cabe. Eliminar el lucro, democratizarla, volverla más ciudadana, integrar a los padres, alumnos, profesores y a todos los actores políticos y sociales en esta gran causa que es la educación y el futuro de nuestros hijos. Pero tenemos que entender que son las municipalidades las instituciones políticamente mejor preparadas para esto, y que su problema es de recursos y no de capacidades. Sus alcaldes y concejales (electos democráticamente) son las instituciones que la población considera más cercanas y en quienes más confían (lo dicen las encuestas). Por eso mismo, si queremos acercar las decisiones a la gente y entregar a la educación ese rasgo participativo y ciudadano que la democracia obliga, el mejor espacio para lograrlo es el municipal.