Nubarrones negros
“Oscar Guillermo Garretón lidera un pensamiento preclaro, estableciendo como un hecho lo mal que van las cosas”.
Por John Biehl del Río
El gobierno del país pasa por dificultades serias muy tempranas. Es lamentable. Cada vez es más claro que no sólo no hay conductor, sino tampoco orquesta. En el pasado reciente no es posible olvidar cuando la Unidad Popular reclamó su derecho a realizar una revolución en nombre de haber ganado una elección de regidores. No sólo nunca tuvo la mayoría en esa elección, sino que nada tenía que ver la misma con la legitimidad que se reclamaba para hacer lo que querían. De allí para adelante nunca hubo gobierno. El quehacer político se transformó en hacer cosas en muy diferentes direcciones y se llenó el escenario de caciques que no aceptaban prioridades compartidas. Así aparecieron egos delirantes que creían ser sujetos de la historia. Táctica y estratégicamente sorprendían al pueblo y espantaban a trabajadores y empresarios con nacionalizaciones, abusos, visitas de aquel dictador que quiso traer la guerra atómica a América Latina.
Hoy estamos lejos de aquello, pero el aire que se comienza a respirar no difiere. Estamos llenos de candidatos que se sienten elegidos para seguir la revolución. Un exceso de personas piensan que tener mayoría en el parlamento les da el derecho a ignorar las raíces de su propio pueblo. Chile probó que ha sido capaz de hacer sus principales cambios en favor del desarrollo humano y la disminución de la pobreza en libertad. No necesitamos verdades únicas, ni la política puede crecer con ese pensamiento cada vez más dominante una vez más. Las advertencias de los presidentes Frei y Lagos y el severo silencio del presidente Aylwin, que todo lo vio y comprendió el honor que acompañaba al hombre capaz de cambiar por hacer más fuerte la libertad y la democracia.
Debemos esperar rectificaciones urgentes antes que despierten los desquiciados similares en el otro extremo de la política. La reforma educacional, ingenuamente, quiso señalar que un slogan de campaña no hacía política, no era programa. Eyzaguirre, un hombre talentoso, como pocos, ha hecho todos los esfuerzos que se podían hacer para enmendar rumbos, pero si esa racionalidad y buena fe fue pisoteada, es bien poco lo que se puede esperar de rectificaciones donde no hay liderazgo respetado. Este liderazgo, de hecho, está viajando por Europa, visitando una Alemania que no fue la suya y una España que intenta rectificar los errores del populismo de los bonos.
No es posible que una vez más pretendan hacer creer que quisieron lo mejor, pero no los dejaron. Nadie quiere víctimas. Sólo un gobierno serio.