Rumor en tiempos de Twitter
Por Eduardo Arriagada
“En época de redes sociales, demorarte un día en desmentir un rumor es permitir que reine la confusión”.
Por Eduardo Arriagada
@earriagada
El domingo un diario lanzaba la noticia: el Arzobispo de Santiago está dando cuenta al Vaticano de las opiniones de tres conocidos sacerdotes: Mariano Puga y José Aldunate, instituciones de la Iglesia en tiempos de dictadura, y el mediático Felipe Berríos.
Desde esa mañana, las redes ardieron. La conversación fue rápidamente dominada por los que mantenían posturas progresistas, los mismos que alentaron a estos tres curas, mientras otros defendían al Arzobispo justificando su denuncia. La crisis estaba servida.
Los que se ocupan de asuntos de comunicación reaccionan rápido. El que gana es el que logra que su punto de vista sea liderado por un vocero creíble, preocupado y comprometido. Esto lo sabemos de antes, lo nuevo son los tiempos: con las redes sociales la reacción debe ser inmediata. La Iglesia no reaccionó. Ezzati estaba en Roma y nadie del Arzobispado fue capaz de dar explicaciones.
El relato que se discutía era la conveniencia de que el Arzobispo hubiera enviado estos antecedentes para que en Roma se evaluara la doctrina de sus intervenciones públicas. Aunque las redes son un espacio muy volátil, cuando se logra definir el foco, la discusión está casi ganada: así como en la educación es clave si se conversa sobre gratuidad o calidad, aquí el foco fue la conveniencia de haber denunciado.
El lunes en la mañana, la discusión se alimentó con afirmaciones del entorno de los señalados: aparecieron declaraciones de Aldunate lamentando que el Arzobispo no los hubiera contactado antes de hacer la denuncia. Otros líderes jesuitas criticaron la medida, e incluso el vocero de la Conferencia Episcopal envió una declaración formal desligando al resto de los Obispos chilenos, mientras un representante de la agrupación de laicos “Voces Católicas” aceptaba llegar a los medios para tratar de explicar lo que habría hecho el Obispo.
Recién en la mañana del martes, la Iglesia de Santiago puso en las redes un comunicado en el que desmentía el hecho. Ya era tarde. Pocos leyeron que incluso el denunciado Mariano Puga defendía al Arzobispo. Un tuitero conocido por defender las posturas de la Iglesia lo comprendió: “En época de redes sociales, demorarte un día en desmentir un rumor es permitir que reine la confusión”. Ahora nadie lo discute.