Sínodo de obispos
“En el sínodo se revisará si se permitirá o no a los divorciados recibir la comunión”.
Por Luis Eugenio Silva
El Papa Francisco preside el sínodo de los obispos. Todos los presidentes de la conferencias episcopales, y otros obispos y laicos, discutirán qué hacer a la luz de los cambios que ha sufrido la familia.
Familias monoparentales, del mismo sexo, adopción de hijos, control de la natalidad y anexos serán estudiadas. Cada obispo recibió un informe que contiene lo investigado en el mundo, a través de las conferencias episcopales al respecto.
El Papa ha pedido que se reflexione con humildad y con verdad al respecto, con el fin de mostrar la misericordia del Señor con sus discípulos.
La disciplina sacramental también se revisará si se permitirá o no a los divorciados recibir la comunión.
Se han manifestado tendencias. Algunos se resisten a los cambios y apoyan la disciplina y doctrina tradicional. Otros van desde matices reformistas a reformas claras y distintas hacia la apertura.
El resultado del sínodo que presentarán al Papa, de suyo, no es vinculante. El Papa puede o no aprobar sus conclusiones y sugerencias.
El pensamiento del Papa, así se desprende de sus encuentros pastorales, sermones y alocuciones, se ve aperturista. Buscará desarrollar una pastoral de la misericordia, por sobre la mera disciplina jurídica.
Es cierto que un sector importante de los creyentes católicos no acepta ni cumple con la doctrina del control de la natalidad y la paternidad responsable. Se pone en duda la ley natural, o su aplicación tanto en sectores católicos de EE.UU., Europa y África, como también en América Latina.
La doctrina es esencial. El credo no puede variarla, pero sí adecuarla, sin destruirla, a la cambiante realidad de la sociedad y a los hábitos y costumbres personales. Se entra a la Iglesia por el bautismo y se viven los sacramentos y mandamientos con el ejercicio de las virtudes.
Pero queriendo ser fiel a la Iglesia que fundó Cristo, ésta ha experimentado en su historia cambios significativos y modificaciones fundamentales, tales como la aceptación de la libertad de conciencia y la aceptación del sistema democrático, rechazados hasta fines del siglo XIX.
¿Veremos cambios? Sí. Pero no serán revolucionarios. Sí, de una natural acomodación a la cambiante realidad y al modo como las costumbres han ido evolucionando.
La Iglesia está en el mundo. No se confunde con él, pero ha de servirlo con la dinámica liberadora del Evangelio. No puede ni podrá hacer que lo malo sea bueno y viceversa. Pero mostrará los matices de toda la existencia para el que cree y para el que no.