Carta de Confucio a los chilenos
Por Alejandro Hirmas
“Quisiera recordarle a Chile que hay tres caminos: reflexión, experiencia e imitación”.
Por Alejandro Hirmas
Hace 2.500 años, dije que a la sabiduría podía llegarse por tres caminos: “El primero y más noble es la reflexión; el segundo y más amargo, la experiencia, y el tercero y más sencillo, la imitación”. Hoy me gustaría recordárselo a esta joven nación.
Reflexión. La gente manda con sacrificio a sus hijos a estudiar para que al salir no puedan gozar de su esfuerzo y la mitad de sus logros se los lleve el Estado. La igualdad de oportunidades no tiene que ver con meritocracia, sino con apoyar al partido que corresponde, en un mundo donde parte importante del empleo es estatal. El sacrificio de todo el país para financiar la educación de los necesitados sería un derroche, pues ante la falta de incentivos, los más capaces abandonarían el país en busca de mejores oportunidades. Igualdad de oportunidades también significa la oportunidad de triunfar, de progresar y de beneficiarse. No hay ideología que pueda cambiar la naturaleza humana.
Todos quieren igualdad de oportunidades, pero con progreso. No es cortarle la cabeza a los altos ni quitarles los patines a los veloces. Si el objetivo de Chile es mayor igualdad, al nivel de los países OCDE, con los que tanto le gusta compararse, le falta doblar el ingreso per cápita y evitar cometer errores: reversar la supremacía del Estado proveedor inagotable, cobrador de impuestos, asfixiante de la economía, promotor del ocio y el envejecimiento de su población, de la pérdida de competitividad de sus economías y sus fuerzas laborales con el efecto de un desempleo crónico de dos dígitos, como en Europa.
Experiencia. Chile tuvo una triste experiencia en los sesenta que terminó en su ruina económica, la división de su población, la exaltación de la violencia y finalmente un golpe militar. Hicieron falta muchos años de esfuerzo y dolor para reconstruir el Chile que se pudo ver hasta unos pocos meses atrás. Orgullo latinoamericano y del mundo emergente.
Que los jóvenes no sepan aquilatar esta experiencia es entendible, pues su idealismo puede hacerlos creer que, al igual que antes, la destrucción y las retroexcavadoras son el camino. Pero que los líderes mayores, muchos de los cuales vivieron la miserable experiencia de los países comunistas que los acogieron en el exilio, promuevan tal doctrina obedece a un serio caso de amnesia colectiva, o de objetivos distintos al bienestar del país.
Imitación. Si se sabe dónde se quiere llegar es fácil saber a quién imitar. Igualdad con crecimiento y desarrollo. Libertad para emprender y para decidir cómo y dónde educar a los hijos, espacio para crecer.
Habría que buscar países que estén creciendo, gobiernos que no estén en quiebra, desempleos razonables, déficits fiscales manejables, coeficientes de desigualdad bajos, buenos niveles de salud, educación, seguridad… ¿Difícil? Así es la vida. Buena suerte Chile.