Economías del exceso
Por Fernando Balcells
“La educación, antes que un fenómeno de escasez es un fenómeno de excedentes”.
Por Fernando Balcells
Tenemos a un economista a cargo de la reforma de la educación. El hombre toca la guitarra, tiene una simpatía huraña y sus capacidades personales no están en discusión. La aproximación a la educación desde la economía no le pertenece tampoco al ministro, sino que es una costumbre de más de 30 años.
Creemos estar discutiendo sobre financiamiento pero en realidad estamos tejiendo una red de lógicas económicas parciales para seguir postergando los problemas de la educación. En circunstancias normales, esto no tiene problemas. Estando claros los fines de la educación, no nos queda más que administrar correctamente los recursos. Pero se ha creado una situación tal que, como no tenemos objetivos presentables, los recursos disponibles son excesivos. Tanto va el cántaro a la escasez que ahora tenemos que inventarnos una economía del exceso.
El verdadero nombre de la economía, según Max Weber, es ‘racionalización’. Siguiendo a su definición más aceptada de, ‘ciencia de administración de recursos limitados para fines infinitos’, va de la optimización a la maximización. Mientras la optimización se enfoca en la mejor administración de los recursos, la maximización reduce los fines a uno solo. Los papeles del exceso y de lo ilimitado, tanto en la economía como en el arte y en la vida misma, quedan fuera del campo visual de la economía racionalizada. Esta gimnasia reductiva ocupa en la sociedad y la educación el mismo papel de la economía doméstica en las relaciones familiares. No es mucho, pero no sabemos cuánto porque la profesión tiene el monopolio de las mediciones sociales.
La educación, antes que un fenómeno de escasez es un fenómeno de excedentes. Sólo se puede entregar lo que se tiene en exceso. La creación se comprende y se comparte más por un trabajo con el sobrante que con la restricción. Todo lo que tiene que ver con el conocimiento, la exploración y la inventiva necesitan maneras de organizar su empeño que no tienen nada que hacer con la administración de insuficiencias.
Hay una economía y una pedagogía que están por desarrollarse y que son ciencias de la inexactitud, del desbalance, de la prueba, de la condicionalidad y de la incondicionalidad, del riesgo, de los restos y de las aventuras de la hospitalidad. Hasta entonces, asumamos nuestra responsabilidad de debatir las encrucijadas políticas con lenguajes acogedores e innovadores y dejemos al calculista en el lugar accesorio que le corresponde.