Educación
Señor Director: Poco se entienden las justificaciones del periplo que emprendió el Ministro de Educación y un séquito de asesores a Finlandia y Francia para enterarse “en terreno” de los modelos educativos que operan en dichos países. Más que ir a visitar modelos educativos, creo que hubiese sido un golpe a la cátedra en el […]
Señor Director:
Poco se entienden las justificaciones del periplo que emprendió el Ministro de Educación y un séquito de asesores a Finlandia y Francia para enterarse “en terreno” de los modelos educativos que operan en dichos países.
Más que ir a visitar modelos educativos, creo que hubiese sido un golpe a la cátedra en el buen manejo de los escasos recursos fiscales volver a las prácticas de los Gobiernos chilenos de fines del siglo XIX o principios del XX, cuando reconocíamos hidalgamente que el conocimiento en nuestra naciente República necesitaba de ayuda de especialistas y sabios provenientes de más allá de los Andes.
Así, llegaron a formar escuela venezolanos como Andrés Bello, alemanes como Rodolfo y Federico Philippi, Carlos Grandjot, Carlos Moesta, Rodolfo Lenz o Mauricio Rugendas, franceses como Claudio Gay, Amado Pissis o Lorenzo Sazié, irlandeses como Guillermo Blest, italianos como Alejandro Cicarelli o Arístides Ambrosoli, polacos como Ignacio Domeyko, lituanos como Alejandro Lipschutz, argentinos como Domingo Faustino Sarmiento, entre muchísimos otros.
Si reconocemos que nos encontramos inmersos en una oportunidad histórica para dar un salto cuántico en materia educacional, entonces, más que ir de visita protocolar a países exitosos en materia educacional, ¿no será mejor contratar a eruditos finlandeses, franceses, cubanos, taiwaneses, ingleses, singapurenses, alemanes o de otras nacionalidades para que vengan a hacer escuela y a colaborar en la refundación de nuestra educación? Creo que la educación pública lo necesita con urgencia y premura.
Marcelo Saavedra Pérez