El Chile que queremos
“Lagos y Piñera argumentaron que la búsqueda de consensos y unidad es un requisito indispensable para enfrentar los desafíos del país”.
La intervención de los ex presidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera en la cena de celebración de los 75 años de la Cámara de Comercio de Santiago, el miércoles pasado, resultó ser una balsámica ocasión para aquietar ánimos y mirar el debate político con altura de miras. Es notable que dos personajes de tan nítidos perfiles hayan logrado ese ambiente. No es necesario recordarlo, pero desde hace semanas el debate político venía sucediendo en un microclima que se había crispado hasta un punto poco deportivo.
Lagos y Piñera fueron convocados por la Cámara de Comercio de Santiago para reflexionar sobre los desafíos de largo plazo de Chile, en un encuentro con el no muy original pero bastante eficiente nombre de “El Chile que queremos”. Escucharlos fue grato. Ambos desplegaron una lógica consistente, información relevante e, incluso, gratos toques de humor. No es un mal comienzo para describir el tipo de debates que al público seguramente le gustaría disfrutar en el Chile que queremos.
Ojala lo sucedido sea un anticipo de lo que viene. En el fondo y la forma, ambos ex mandatarios se pusieron por encima de las contingencias. Y, sin ceder en sus posiciones, expusieron visiones que son exigentes y optimistas de lo que Chile puede lograr si es capaz de actuar unido. En distintos tonos, ambos coincidieron en que la sociedad chilena debe hacer cambios significativos si quiere aprovechar la oportunidad de entrar a una nueva fase de desarrollo. No sólo son cambios que reparen problemas del pasado reciente, o hagan correcciones debido a cambios de expectativas o nuevos contextos.
Los cambios son, además, indispensables porque existe un conjunto de temas emergentes que requieren creatividad, calidad técnica, participación ciudadana y consenso político. Ese nuevo arco de temas no ha sido gatillado por algún tipo de acción política o económica organizada, sino que por modificaciones demográficas y sociales de largo alcance. Sólo a modo de ejemplo, como lo expuso el ex presidente Piñera, el veloz incremento de la cantidad de personas que pasarán al sector pasivo en las próximas décadas, plantea un desafío para el cuál las actuales políticas, instituciones o empresas necesitan adecuarse. El ex presidente Lagos enfatizó la importancia de la participación de la sociedad civil y la colaboración del sector privado en estos desafíos.
Lo más notable es que Lagos y Piñera argumentaron que la búsqueda de consensos y unidad es un requisito indispensable para enfrentar los desafíos actuales y futuros del país. Ambos, con distintos y bien conocidos estilos, escenificaron perfectamente esa noche lo que significa hablar con altura de miras y visión de largo plazo. No es de extrañar el unánime elogio de todos los presentes en la cita de la Cámara de Comercio de Santiago. No importan los legítimos matices en una versión de largo plazo si en el cimiento esta la voluntad de actuar unidos. Obviamente, ese es el Chile que queremos.