Humberto Giannini
Por Arturo Fontaine
Novelista y profesor de Filosofía U. de Chile y UDP
Alumno y amigo
Por Arturo Fontaine
Novelista y profesor de Filosofía U. de Chile y UDP
Alumno y amigo
Fue expulsado de su colegio por indisciplinado y quiso de joven ser futbolista profesional y, luego, actor. Pero mientras tanto era marino y navegando empezó a leer de todo. Entonces, con algunos años de retraso, entró a la universidad a estudiar filosofía y acabó convertido en un filósofo de veras. Fue por largo tiempo profesor de filosofía medieval y más tarde Profesor Emérito en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile, que le era muy querida. Se sentía un hombre de la Chile y de Ñuñoa, y era cristiano de adentro. Fue discípulo de Ernesto Grassi y Enrico Castelli. Empezó a pensar a partir de Sartre, de Heidegger, de Agustín, de Aristóteles, de Tomás. Leyendo a los clásicos encontraba siempre cosas nuevas. Su versión de la demostración de la existencia de Dios de Anselmo muestra la originalidad de su modo de leer e interpretar. Escribió, por ejemplo, sobre el sentido del perdón, pero también sobre el fundamento ontológico de los garabatos o las palabrotas. “La reflexión cotidiana: hacia una arqueología de la experiencia” (1987) es una de sus obras importantes. “La metafísica eres tú” (2007) permite acceder con facilidad a su pensamiento filosófico. La profunda herida política de la sociedad chilena lo llevó a reflexionar acerca de qué permite el encuentro, la acogida de la otra persona en su diferencia. Quiso escudriñar desde la filosofía qué fundamenta la conversación y la posibilidad del acuerdo en medio de la diversidad e, incluso, del conflicto. Tenía una inteligencia a la vez sencilla y profunda, descomplicada y lúcida. Se dirigía a las cuestiones filosóficas directamente. Su cultura surgía, pero como nutriente de su mirada espontánea, fresca y personal. Porque meditaba desde su experiencia, su erudición no pesaba ni atenazaba la libertad de su inteligencia.
Fue un hombre armónico, en paz consigo mismo, amistoso, mediterráneo, lleno de humor, de compasión humana y gozo de vida. Un hombre, si cabe, feliz.