Menús escolares más sanos
“La tendencia al alza de la obesidad infantil no ha cedido ante el aumento de horas de actividad física en los colegios o la aprobación de la Ley Súper 8”.
A partir de 2015, las bases de licitación que entrega la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) para ofrecer menús en los colegios incorporarán nuevos criterios, pensados para combatir el sobrepeso y la obesidad en la población joven. En 2013, según el Ministerio de Salud, uno de cada tres niños chilenos tenía sobrepeso antes de los cinco años de edad, y un estudio internacional reciente ubicó al nuestro como uno de los 10 países con más obesos menores de 20 años. Se trata, por lo tanto, de un problema de salud pública en cuyo control los esfuerzos como el de la Junaeb, o como la guía para quioscos escolares saludables que actualmente prepara el Minsal, son un aporte relevante.
En esencia, será requisito incluir en la oferta más frutas y ensaladas, a la vez que reducir progresivamente el contenido total de nutrientes considerados críticos, como la sal (junto con elevar exigencias de calidad como utilizar pasta integral o arroz grado 1, entre otras). Especialmente para los sectores económicamente más vulnerables —donde los problemas de malnutrición tienen una mayor incidencia por el acceso restringido a alimentos de alta calidad— promover el consumo frecuente de alimentos más sanos es una pieza clave de la solución.
No obstante, es innegable que la tendencia al alza de la obesidad infantil no ha cedido ante políticas como el aumento de horas de actividad física en los colegios o la aprobación de la discutida “Ley Súper 8” (que prohíbe vender alimentos altos en grasas, azúcar y sal en las escuelas), entre otras. Una parte importante de la explicación, según muchos expertos, es que el problema tiene que ver más con las conductas alimentarias que con la comida en sí misma —sin desconocer la importancia de contenidos más saludables y de calidad—, en tanto es el consumo excesivo y prolongado el principal factor que hace que las personas aumenten de peso.
Existe, por tanto, una dimensión educativa a la cual los organismos públicos pertinentes, pero sobre todo las familias —sin olvidar a los medios de comunicación, determinantes en la generación de muchas pautas culturales—, deben dar prioridad si se espera tener un impacto potente y de largo plazo en la lucha contra la obesidad infantil y sus secuelas.