Otra vez el voto obligatorio
Resulta sorprendente que a menos de 3 años de ser promulgada la ley de voto voluntario se quiera reponer su obligatoriedad, argumentando que revertiría la caída en la participación electoral. Si existen sanciones para los que no votan es evidente que habrá más participación. El tema es cuán responsable será. En el mundo observamos que […]
Resulta sorprendente que a menos de 3 años de ser promulgada la ley de voto voluntario se quiera reponer su obligatoriedad, argumentando que revertiría la caída en la participación electoral. Si existen sanciones para los que no votan es evidente que habrá más participación. El tema es cuán responsable será.
En el mundo observamos que la participación electoral se ha visto deteriorada en países con y sin voto obligatorio, lo que nos indica que hay otros factores que explican la caída. Las democracias más antiguas, las que tienen más de 60 años de funcionamiento ininterrumpido (Europa Occidental excluyendo Grecia, Portugal y España, y agregando Canadá, EE.UU., Japón, Australia y Nueva Zelanda) exhiben una disminución de la participación de 8,8%. No obstante, dichos niveles son muy distintos. Por ejemplo, Dinamarca desde 1945 no ha experimentado disminución alguna de la participación electoral, manteniéndose en niveles del 81%; en Alemania la disminución es del 10%, pero con niveles de concurrencia del 66%; en Suiza se observa una caída del 26%, teniendo un 40% de participación, y EE.UU. aumenta el sufragio en un 17%, llegando al 54%.
Toda esta diversidad exige mejores explicaciones que las de simplemente apuntar al voto voluntario como causa de ello. Todos los casos mencionados operan bajo esta modalidad. Luego, la pregunta que debiéramos hacernos es ¿por qué ha disminuido? Y ¿qué sucedería en aquellos países que hoy no lo tienen si se decidiera pasar a voto voluntario? La respuesta no es simple, y son otras consideraciones las que ayudan a entender el problema. Entre ellas la literatura especializada apunta a muchos elementos, como el régimen de gobierno (parlamentario vs. presidencial), el sistema electoral (proporcional o mayoritario), el nivel de confianza en instituciones políticas, la alta frecuencia de elecciones (Suiza y EE.UU.), dificultades para votar, medios de comunicación, fragmentación del sistema de partidos, etc.
Las políticas para aumentar la participación suponen una reflexión más profunda que la de incorporar nuevamente el voto obligatorio. Las decisiones de los electores son tanto o más irresponsables, pues se va a votar sólo por imposición y no por responsabilidad cívica.