Planificación urbana
“Existe, en efecto, mucha planificación urbana en Santiago, pero se da de forma segregada”.
La falla del Metro del viernes 14 no se quedó sólo en el tren subterráneo. Las calles colapsaron, el transporte público de la superficie fue incapaz de contener la demanda y las soluciones de emergencia, como la colaboración de automóviles particulares que coordinó Carabineros, fueron insuficientes.
Los planes de contingencia han sido incapaces de soportar las reiteradas fallas que tuvo el sistema de Metro durante el último año. Pero la falla masiva del viernes evidenció un problema aún mayor: la ciudad carece de una coordinación central frente a emergencias y de planificación en su conjunto.
Estos problemas logísticos también se vieron reflejados, por ejemplo, en la demolición de la vía Costanera Sur, que estuvo en funcionamiento sólo 15 meses, para dar paso a una autopista. La Costanera Sur conectaba Las Condes y Vitacura por la ribera sur del Mapocho y la autopista hoy contempla conexiones con la Costanera Norte, que no se previeron en una primera instancia.
En efecto, existe planificación urbana en Santiago, pero se da de forma segregada. El liderazgo es ejercido por los alcaldes que, preocupados de los problemas que afectan particularmente a sus comunas, buscan soluciones específicas. Las grandes diferencias de presupuesto y de los problemas entre una comuna y otra no han permitido hasta ahora una planificación urbana interconectada y con miras al futuro.
A nivel internacional, el liderazgo de grandes ciudades es ejercido por una autoridad central, que se dedica a coordinar los problemas de la contingencia, y a construir una planificación eficiente de la ciudad, abarcando todos los distritos. Es el caso de Londres y, más cercano, de Medellín o Buenos Aires, lideradas por un jefe de gobierno de la ciudad, que tiene a su cargo un Consejo de planeamiento estratégico.
Un colapso urbano, como ocurrió el viernes a raíz de la mala planificación en torno a una eventual falla de transporte, no puede volver a ocurrir. Debemos comprender que la ciudad es el telón de fondo para las transformaciones sociales, y su planificación no puede reposar en esfuerzos específicos de los alcaldes.
Es preciso extrapolar la labor que realizan las municipalidades a un plano mayor, que integre los problemas y desafíos de la ciudad en su conjunto. Por eso, la gran lección que debemos aprender de la catástrofe del Metro la semana pasada es que requerimos de un liderazgo que se ocupe de la planificación urbana y el manejo eficiente de la contingencia.