Segunda mirada: Caupolicanazo
El Teatro Caupolicán no es sólo escenario de eventos musicales. Dentro de sus paredes, se han marcado importantes hitos de la vida cívica de Santiago. Ha sido el punto de encuentro de las multitudes fervorosas por cambios políticos. De antaño, en época de elecciones, la gente se reunía a manifestar el apoyo a sus líderes. […]
El Teatro Caupolicán no es sólo escenario de eventos musicales. Dentro de sus paredes, se han marcado importantes hitos de la vida cívica de Santiago. Ha sido el punto de encuentro de las multitudes fervorosas por cambios políticos. De antaño, en época de elecciones, la gente se reunía a manifestar el apoyo a sus líderes. Alessandri, Frei Montalva y Allende llegaron a La Moneda después de grandes “caupolicanazos”, como les llamaban.
El toqui Caupolicán lideró la resistencia mapuche contra la conquista española. Cuando finalmente fue capturado y condenado a morir en la pica, Ercilla nos cuenta que dijo: “Pues el hado y suerte mía me tienen esta muerte aparejada. Venga, que yo la pido, yo la quiero. Que ningún mal hay grande, si es postrero”. Dicho esto, amarrado, pateó al verdugo, que cayó de la tarima y él mismo se sentó en la pica.
El Teatro Caupolicán es, de alguna manera, símbolo de la fuerza del pueblo, de la lucha y la resistencia.