Segunda mirada: Muñecas reales
Ya se lanzó al mercado la Lammily doll, más conocida como “la Barbie normal”. Su creador, Nickolay Lamm, dice que “la realidad también es hermosa”. La muñeca es como Barbie, pero con pelo y piel más oscuros, menor estatura y varios kilos de más y trae accesorios como lentes ópticos y stickers con estrías, celulitis, […]
Ya se lanzó al mercado la Lammily doll, más conocida como “la Barbie normal”. Su creador, Nickolay Lamm, dice que “la realidad también es hermosa”.
La muñeca es como Barbie, pero con pelo y piel más oscuros, menor estatura y varios kilos de más y trae accesorios como lentes ópticos y stickers con estrías, celulitis, espinillas y tatuajes.
Las proporciones de Barbie son irreales y anatómicamente imposibles. Pero, ¿por qué una niña de 8 años querría jugar con una mujer gorda con cicatrices y tatuajes? Si la realidad es a lo que se apunta, ¿las niñas deberían jugar con muñecas agobiadas que van a cobrar la pensión de alimentos y dejan a los hijos con la nana mientras van a un happy hour con sus amigas? ¿O de adolescentes con dos hijos y otro en camino, que no estudian y sufren violencia intrafamiliar? ¿O una muñeca con tabaquismo, frustrada porque gana menos que Ken a pesar de estar más capacitada?
Para niños, nada de soldados o superhéroes. A jugar con contadores auditores gordos y calvos a que no cuadra la caja. Porque la realidad también es bella.