Transporte público “al límite”
“La renuncia del presidente de la empresa no basta por sí sola para arreglar los problemas de fondo que parecen estar aquejando al Metro”.
La falla que el viernes afectó al Metro de Santiago fue la más grave de su historia y la más reciente de varias sufridas en los últimos meses. El hecho de que fuera un problema eléctrico de fácil prevención sugiere que no se aplicaron bien las conclusiones que debieron extraerse de la falla anterior en agosto, que también tuvo que ver con deficiencias en el control y mantención de los sistemas eléctricos del tren subterráneo. Tanto eso como la magnitud del impacto que provocó el corte del servicio en más de 20 estaciones pertenecientes a tres líneas hacen entendible la renuncia del presidente de la empresa, pero claramente esa admisión de responsabilidad no basta por sí sola para arreglar los problemas de fondo que aquejan al Metro.
En lo inmediato, es clave retornar a la normalidad de funcionamiento. La fiabilidad del Metro es un aspecto esencial del sistema de transporte público santiaguino y, por extensión, de la ciudad. Las fallas recientes, junto con obligar a la empresa a enfrentar insoslayables problemas de índole técnica, también debieran ser un incentivo para acelerar la planificación de nuevas líneas que se saben necesarias, aunque sin apresuramientos motivados por la presión que puedan ser lamentados en el futuro (por ejemplo, idea de concesionar líneas a actores privados es digna de atención, pero amerita una discusión más en profundidad).
Más allá de los problemas puntuales que el Metro debe analizar y solucionar, es evidente que una parte significativa de ellos es producto de las deficiencias del Transantiago, en lo cual coinciden todos los expertos. La Presidenta Bachelet tiene razón cuando dice que el transporte capitalino opera “al límite de su capacidad”. Esto queda en evidencia cada vez que circunstancias menores provocan un colapso vial (una lluvia fuerte o un accidente de tránsito en un lugar neurálgico); no existe la infraestructura que otorgue margen para enfrentar emergencias como la del viernes pasado. La crudeza del diagnóstico que ha hecho la Presidenta tiene que reflejarse en una estrategia de transporte público y en una voluntad política de darle prioridad en la agenda que no se han visto hasta la fecha de parte del Gobierno.