Bravo, Papa
“Golpear a la Curia no es lo único que le ha hecho merecedor de la admiración mundial”.
Después de casi dos años al frente de la Iglesia Católica, el Papa Francisco se ha ganado el reconocimiento, el cariño y la admiración del mundo entero, por su actitud valerosa para procurar erradicar los males de la Iglesia.
Ha urgido a la propia Curia a tener presente el conjunto de las denominadas 15 enfermedades que han contagiado a sus integrantes y los ha instado a combatir el virus que los hace sentirse muchas veces superiores al resto de los fieles, en vez de ser auténticos servidores de ellos.
Sin embargo, golpear a la Curia no es lo único que le ha hecho merecedor de la admiración mundial. Su gestión al frente del Vaticano ha incluido importantes temas de política internacional que muchas veces forman parte de la diplomacia reservada, como se ha evidenciado en los recientes acuerdos entre Cuba y EE.UU. Es sabido que la isla ha estado en la preocupación de los Papas, como lo demostró Juan Pablo II, ya anciano, en su viaje a la isla, al igual que Benedicto XVI.
Otro hito destacado de la mediación papal fue el litigio limítrofe austral de Chile y Argentina, que evitó una guerra fratricida e hizo posible el acuerdo de un Tratado de Paz y Amistad que ha cumplido 30 años. Un acontecimiento histórico de la diplomacia vaticana, que será recordado en las próximas semanas con un encuentro de las presidentas Michelle Bachelet y Cristina Fernández con el mismo Francisco.
Todo indica que la Secretaría de Estado del Vaticano está trabajando en varios puntos del planeta para ayudar a resolver diversos conflictos que hoy amenazan la estabilidad mundial. Dado lo anterior es que algunos países, como puede ser el caso de Bolivia, consideran que es posible acudir a su eventual apoyo en su aspiración marítima. Su error es no entender que el Papa y el Vaticano no podrían pasar por encima de una organización como la ONU y la Corte Internacional de Justicia a la que, por propia decisión de Bolivia, nos ha llevado a este contencioso.
La oportunidad para Bachelet de entrevistarse con el Papa en Roma le brindará la ocasión de transmitirle la inclaudicable vocación por la paz y el respeto al derecho internacional que siempre ha tenido Chile. En ese sentido, no haría mal la Presidenta en extenderle formalmente una invitación al Sumo Pontífice para que visite, en su próxima gira a la región, nuestro país. Sería un acto de agradecimiento y respeto a la Iglesia, y un acto de ecuanimidad.