El malestar de Bachelet
“La Presidenta Bachelet no ha sabido reaccionar ante un cambio en la dirección del malestar de los chilenos”.
Sin duda, el diagnóstico base con que se construye el programa de Gobierno, y luego las reformas, es aquel formulado por la izquierda mirando las marchas del 2011. Son esas demandas las que se plasman en los proyectos de ley ingresados al Congreso, tanto en materia tributaria como educacional. Entonces, ¿qué explica el actual malestar que recorre nuestro país?
Lo más evidente es que la política, como fenómeno dinámico, puede ir variando las urgencias y escenarios. De esta manera, si el Gobierno y la propia Presidenta insisten en avanzar sin reconocer esos cambios, sólo van a encontrar rechazo de parte de la misma ciudadanía que inicialmente los apoyó.
Se dijo que el 2011 fue el despertar de las clases medias, que exigían de la autoridad demandas mas complejas y profundas que las del pasado. Curioso debe ser para la Presidenta Bachelet constatar que el mayor rechazo proviene justamente de estos sectores, que se sintieron defraudados al ver que la reforma tributaria sí los afectaría a ellos, y no sólo a los mas ricos y a las grandes empresas, como se les prometió en la campaña. Esta convicción de sentirse directamente afectados por la reforma tributaria terminó por generar un primer quiebre en la relación con el Gobierno.
En lugar de partir por fortalecer la educación pública, la reforma educacional se ha ido conformando en una amenaza para la educación particular subvencionada. Estos son los colegios que la gran mayoría de la clase media ha elegido para educar a sus hijos. Este es el segundo quiebre que debe enfrentar el Ejecutivo, y quizás el más difícil. El malestar de los padres y apoderados se ha expresado con fuerza, no sólo en las encuestas, en donde el 54% rechaza la reforma, sino que también en las calles, con una serie de marchas que terminaron por descolocar al Gobierno. Que los padres y apoderados de la clase media se terminaran constituyendo en un verdadero movimiento social para hacer escuchar su voz frente a las autoridades y resguardar sus intereses, es un fenómeno que golpeó la legitimidad social de la Nueva Mayoría.
La Presidenta Bachelet no ha sabido reaccionar ante un cambio en la dirección del malestar de los chilenos. Hoy, que su gobierno enfrenta más rechazo que aprobación, y que sus reformas alimentan la desafección con su administración, su gabinete diseñado para cumplir obedientemente y no discrepar, tampoco logra influir en el necesario cambio de rumbo de su gestión. Si ni la Presidenta ni su gabinete lograron anticipar este difícil momento, tampoco lo han hecho mejor frente a la incomodidad de sentirse pauteados o derechamente forzados a realizar los cambios. Este es un escenario que amenaza cada día con hacerse más real.