Esquiva unidad
“Tanto Cristián Monckeberg como Ernesto Silva reconocen que los efectos de la derrota de la última elección recién han sido asimilados”.
Los efectos de las encuestas CEP y Adimark no han cesado de causar repercusiones en los distintos sectores políticos. Las encuestas han constatado que, salvo unos pocos favorecidos, no hay satisfacción para el Gobierno, y mucho menos para los partidos de la oposición, relegados a los últimos lugares.
Los magros resultados han sido recibidos con una actitud sincera de reconocimiento de lo mal obrado. Los presidentes de los principales partidos de oposición han aceptado sin ambages que, hasta ahora, no han sido capaces de ofrecer alternativas atrayentes para los ciudadanos.
Tanto Cristián Monckeberg como Ernesto Silva reconocen que los efectos de la derrota de la última elección recién han sido asimilados. Han constatado entre sus propios partidarios que deben demostrar capacidad de recuperación y, por sobre todo, de construir una unidad que les permita ofrecer posiciones comunes en los temas que hoy están en la palestra y en el debate público. Esa unidad es necesaria y requiere una dosis de liderazgo que hasta ahora ha sido escaso en el sector.
La derecha parece más preocupada de los preparativos de la contienda presidencial que de presentar una posición firme frente a la contingencia política. Es ésta la que, en definitiva, permite ir ganando las adhesiones que contribuyen a alcanzar grandes triunfos.
El gran problema es que las figuras históricas de los partidos tienden a opacar los liderazgos nacientes. Consolidar esa unidad entre los partidos principales y los que adhieran a su eje es también una tarea importante para el bien común del país, puesto que una oposición consolidada, con ideas claras, consensos y visión a largo plazo, obligará a que la fuerza gobernante también preserve su unidad.