Golpizas no ciudadanas
“Lo verdaderamente ciudadano es lo que contempla la ley”.
La semana pasada hicieron noticia dos casos de presuntos delincuentes que habrían sido sorprendidos in fraganti por transeúntes durante la comisión de robos, tras lo cual recibieron duras golpizas antes de que Carabineros acudiera para detenerlos, como indica la ley. Con toda razón, esta forma de castigo extralegal fue condenada sin matices por la policía y el Gobierno: “Escapa a toda definición de justicia”, dijo el subsecretario del Interior, en una inequívoca defensa del Estado de Derecho como único marco aceptable para impartir justicia.
Cabe lamentar que estos incidentes hayan sido descritos — tanto por el propio subsecretario como por este diario, ambos el día viernes —con el desafortunado término de “golpizas ciudadanas”, puesto que en estricto rigor, nada tiene de ciudadana la acción de un grupo de personas no identificadas que ataca con puños y patadas a un individuo, inocente o culpable, en un afán justiciero incorrecto.
Lo verdaderamente ciudadano es actuar de acuerdo a lo que contempla la ley, que es la facultad de detener al sospechoso de un delito para luego entregarlo a la policía y que ésta lo arreste o lo deje en libertad, en función de las reglas establecidas. Quienes toman la justicia en sus manos la reducen a un atávico afán de venganza, que violenta el Estado de Derecho y empobrece la convivencia.
Por eso también preocupa que el rechazo a estas situaciones sea con frecuencia acompañado de opiniones sobre eventuales causas que las harían “entendibles”, de las cuales la principal sería una frustración generalizada ante la percibida ineficacia del sistema de justicia a la hora de imponer sanciones y hacerlas cumplir. Si bien hay datos empíricos sobre la mala evaluación ciudadana de los tribunales, sugerir que las golpizas espontáneas a presuntos delincuentes son un reflejo de aquello sería mera especulación, pues nadie sabe qué fue lo que motivó a sus autores. Es obvio que la justicia chilena requiere cambios en muchos aspectos, pero sería deplorable entender estas agresiones ilegales como un buen argumento para impulsarlos.