Jubilación decente
Por Cristobal Ruiz-Tagle C.
En medio del trabajo de la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, la OCDE publicó hace unos días un documento con propuestas que buscan avanzar hacia una “jubilación decente”…
En medio del trabajo de la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, la OCDE publicó hace unos días un documento con propuestas que buscan avanzar hacia una “jubilación decente”.
La propuesta de la OCDE se centró en la importancia de retrasar la edad de jubilación, subir la tasa de cotización del 10% y resaltar la merma que han tenido en el último tiempo la rentabilidad de los fondos de pensiones pasando de un promedio de 9% a 6,1%.
Abrirse a una reforma de pensiones es algo fundamental en un país que presenta un cambio demográfico como el nuestro. Nuestra sociedad tiene cada vez más ancianos, lo que exige que nos hagamos cargo del problema, sobre todo cuando tomamos en consideración que las pensiones promedian un valor de $200.000 mensuales.
Ante todo, cualquier reforma debe tener su foco en que la vejez no sea sinónimo de vulnerabilidad. La vejez es un periodo de la vida en que las personas necesitan una especial protección social, sobre todo si a edades avanzadas se acentúa el empobrecimiento o deterioro en la calidad de vida. Según la Tercera Encuesta Nacional Calidad de Vida de la Vejez 2013, los ingresos que perciben los adultos mayores apenas les alcanza para cubrir sus gastos básicos, tanto que el 23% de ellos tiene la obligación de trabajar para recibir ingresos extras. El índice de precios al consumidor (IPC) para adultos mayores (IPC-AM) y el de adultos mayores vulnerables (IPC-AMV), creado por Clapes UC, captan esta realidad: ambos indicadores están por sobre el IPC normal (4,7%, julio de 2014): 5,3% para el caso del IPC AM y 5,6% IPC AMV.
Si consideramos que el porcentaje de adultos mayores en Chile (sobre 60 años) va en aumento, estimándose que para el año 2050 la población de adultos mayores alcanzará el 21%, un quinto de la población chilena, se plantea el desafío de hacer que las reformas logren plasmar el mejor mecanismo que nos permita equilibrar sustentabilidad del sistema con justicia social y solidaridad, de tal manera de que como sociedad nos hagamos cargo de evitar que la vejez, etapa a la que todos nos acercamos, se transforme en una situación de vulnerabilidad por carencia de recursos.