La anti diplomacia boliviana
Por Cristina Bitar.
“No hay que ser muy experto para suponer que el anuncio de Evo no fue bien recibido por el Vaticano”.
En octubre de 1984, los representantes de Chile y Argentina se reunieron en el Vaticano para firmar el Tratado de Paz y Amistad entre ambas naciones. Este hecho, del que conmemoramos 30 años, fue el producto de diversas negociaciones llevadas a cabo desde el conflicto del Beagle, que casi nos lleva a la guerra en 1979. En medio de estas negociaciones, y liderando un proceso complejo, se encontraba la diplomacia vaticana. Como conmemoración, las Presidentas Bachelet y Cristina Fernández viajarían juntas a Roma en enero para reunirse con el Papa, pero una fractura en el tobillo de Fernández la hizo cancelar la cita.
Tan relevante es el trabajo diplomático de la Santa Sede, que Obama y Castro decidieron confiar en ellos para llevar adelante un inédito proceso de trabajo conjunto entre ambas naciones. El fin del bloqueo y el reinicio de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba se debe, entre otras cosas, a la capacidad del Vaticano de manejar de manera responsable y en reserva estos complicados asuntos.
La historia no ha sido igual con Bolivia. Nuestros vecinos han desplegado una campaña comunicacional y política a toda escala para apoyar su demanda ante La Haya, que ha incluido spots de televisión, giras de un ex Presidente y varias destempladas declaraciones de sus representantes. Lo irónico es que la demanda boliviana no es para que Chile otorgue acceso soberano al mar, sino que para que nuestro país se siente a una mesa de negociaciones. Lo que está buscando Bolivia es obligar a nuestro país a discutir sobre el tema, con la expresa esperanza de que todo el proceso termine en la cesión de derechos soberanos sobre parte de nuestro territorio.
Para reforzar su estrategia, hace algunos días, el Presidente Morales anunció que el Papa Francisco había decidido incluir a Bolivia en su próxima gira sudamericana y deslizó la idea de que la visita se debería a un supuesto apoyo a la demanda boliviana por acceso soberano al mar. El Vaticano, por cierto, no ha confirmado el viaje ni se ha referido a lo dicho por el Presidente Morales, pero no hay que ser muy experto para suponer que el anuncio de Evo no fue bien recibido por el Vaticano.
Lo que Bolivia no parece entender es que los procesos de negociaciones exitosos que ha llevado adelante el Vaticano y también nuestro país son aquellos que se realizan sobre la base de la confianza, el compromiso mutuo y la reserva. Bolivia ha roto todos los acuerdos tácitos sobre los que se construye confianza a nivel diplomático. En vez de proceder de manera respetuosa, lo hacen a través de la desacreditación pública de la posición chilena. No tiene sentido que Chile se vea forzado a flexibilizar su histórico respeto a los tratados internacionales si es claro que al otro lado de la mesa no hay fair play. Espero que esto cambie y que sea el estilo de diplomacia vaticana la que prime en el futuro.