Que no se nos apague la tele
Por Nicolás Preuss
““No me acuerdo de nada, se me apagó la tele”. No serán pocos los jóvenes que repetirán esta frase mañana, luego de haber tomado sin control. Quizás sea el estrés de fin de año, los exámenes finales, las largas jornadas laborales o el errado concepto de que una buena celebración es aquélla donde tomamos hasta perder la memoria”.
Por Nicolás Preuss
“No me acuerdo de nada, se me apagó la tele”. No serán pocos los jóvenes que repetirán esta frase mañana, luego de haber tomado sin control. Quizás sea el estrés de fin de año, los exámenes finales, las largas jornadas laborales o el errado concepto de que una buena celebración es aquélla donde tomamos hasta perder la memoria.
Para la gran mayoría, una celebración sin alcohol es como un cumpleaños sin torta. Sin duda es nuestra droga lícita más popular, la más económica, accesible y transversal.
No es raro ver en los parques a escolares con botellas de cervezas o cajas de vino. Por ley todos sabemos que no se puede vender alcohol a ningún menor de 18 años, y también todos sabemos que esas cajas de vinos que están compartiendo, muchas veces hasta con uniforme escolar, no cayeron del cielo.
En unas cuantas horas más todos vamos a estar abrazándonos y deseándonos buenas vibras para el año que viene, e inmediatamente después vendrán los descorches de botellas de champaña, vino y cerveza.
La última encuesta nacional de la juventud, realizada por el Injuv, arrojó que cada joven consume en promedio 5 vasos de alcohol en cada celebración de fin de semana, y si se trata de fin de año esa cuota puede subir peligrosamente. En un sondeo reciente, el 60% de los jóvenes afirmó que el alcohol es muy dañino, mientras que sólo el 32% considera a la marihuana muy dañina.
Las cifras parecen hasta paradójicas. Por un lado consumimos 5 vasos de alcohol en una sola fiesta, y por otro afirmamos estar conscientes de que es una droga muy dañina. Lícita, pero dañina.
Nadie quiere restringir la libertad de otro, ni ser el aguafiestas que quiere celebrar el año nuevo con un vaso de leche. Sabemos que en la mayoría de las casas se festejará con una copa de champaña, nos abrazaremos y reiremos junto a nuestros seres queridos o amigos. Lo vamos a pasar bien, nos relajaremos y disfrutaremos, será un buen momento, y como todo buen momento queremos recordarlo por largo tiempo. Entonces, ¿por qué tomar sin control y esperar que otro te cuente lo bien o mal que estuvo la fiesta?, ¿por qué tomar hasta que se nos “apague la tele”?