Reforma laboral
“A juzgar por el contenido de la iniciativa, las observaciones de los empresarios no fueron atendidas”.
El Gobierno anunció para hoy el envío del proyecto de reforma laboral. Este fue objeto de diversos ajustes en los últimos meses, lo que retardó su despacho, con las consiguientes críticas sindicales.
Los reclamos de la CUT y los trabajadores no se limitaron a la dilación en el envío. Estos fueron más allá, llegando inclusive a cuestionar la incorporación de las pretensiones laborales en la columna vertebral de la reforma. Especial importancia han tenido, en este sentido, aspectos tales como la titularidad sindical, la posibilidad de reemplazar a los trabajadores en huelga y el pago, con cargo a la empresa, de un cierto número de horas que desarrollan los representantes de los trabajadores en su actividad sindical.
Los empresarios también hicieron presentes sus inquietudes en este período prelegislativo. Aunque, a juzgar por el contenido de la iniciativa, sus observaciones no fueron atendidas. La CPC insistió en la inconveniencia de legislar sobre esta materia, en un período de creciente desaceleración económica, que ya generó una fuerte caída en la inversión, a lo cual se sumaría una importante pérdida en los empleos, con una reforma laboral que más parecía, a su juicio, una sindical.
El mal clima imperante en torno a las expectativas económicas obliga a ser muy cuidadosos en la tramitación de este proyecto. Más allá de su contenido, la forma y el tono en que se encauce su discusión resultarán claves. Los precedentes de la ya aprobada reforma tributaria y la educacional en pleno trámite hacen mirar con cautela el derrotero que puede tomar el debate laboral.
Esta es una recomendación válida para todos los actores que intervienen en el proceso legislativo. No sólo para el Gobierno, sino también para los parlamentarios de la coalición oficialista. Los diputados y senadores de oposición también tienen la obligación de levantar propuestas que mejoren y perfeccionen la reforma, a objeto de evitar males mayores a la economía y al empleo de los trabajadores.
La CUT y la CPC, además de otros representantes de uno y otro estamento productivo, deben ser especialmente escuchados en esta discusión. Ellos mejor que nadie conocen cómo funciona el mercado del trabajo y, por lo tanto, es menester que abandonen prejuicios ideológicos que sesgan la realidad.