Rusia y la decadencia postcomunismo
Por Rafael Aldunate
“No olvidemos que al menos tres recesiones mundiales de las más drásticas fueron generadas por el ex cartel OPEP”.
Estados Unidos consolida su despegue con un sólido crecimiento de 5%, el mayor de la última década, con la inversión privada y los sentimientos del consumidor más que favorables, demostrando que toda reactivación pasa por las personas y, en menor medida, por el Estado. Mientras, la deuda de Rusia está siendo clasificada como de “bonos basura”. La ex Unión Soviética aún adolece como un lastre las malas prácticas de un gobierno comunista —socialista con un perfil sociológico de una arraigada corrupción, una pasividad extrema de sus habitantes alienados por un Estado autoritario y arbitrariamente benefactor—. La misma experiencia que experimentó Alemania Occidental cuando se unió o, más fidedignamente, absorbió a la pasiva Alemania Oriental.
Rusia continúa con la tendencia de los gobiernos autoritarios, reconociendo que, en lo formal, Putin fue elegido democráticamente, con previo control indesmentible de los medios y del petróleo, materia prima de la que dependía y sigue dependiendo un ex imperio para sostener su economía. Es imaginable, con la caída de su precio en forma tan vertiginosa —más del 40% en meses—, que es un traspié mayor para las finanzas rusas. Por ello mencionamos la clasificación del riesgo financiero de sus “bonos basura”, denominación ya institucionalizada en el mercado de capitales del mundo. No olvidemos que al menos tres recesiones mundiales de las más drásticas fueron generadas por el ex cartel OPEP. Ahora el mundo podría crecer al menos 0,5% más, sólo por la caída del precio del petróleo.
El rublo no detiene su espiral de caída y los rusos están demandando euros y dólares al ritmo de una estampida. Ahora tienen acceso con un sistema económico semihíbrido de mercado, que explica las oscilantes bonanzas de ese país. Si algo debe rescatarse es que Rusia hoy tiene reservas financieras por US$ 400.000 millones y su déficit fiscal no supera el 20%. La gran mayoría de los países emergentes en sus indicadores macroeconómicos se han superado substancialmente a sus dos décadas anteriores. Aun así, el 2015 Rusia decrecerá drásticamente. No perdamos de vista que el déficit promedio de los socios de la Unión Europea supera al 75% del PIB.
El problema crítico de Rusia es que su grandiosidad expresada, entre otros extremos, tiene el gasto militar de los más abultados del mundo respecto de su PIB. Putin, conociendo esto en profundidad, apela al nacionalismo más feroz, al chovinismo endémico de la sociedad rusa y a la hipotética amenaza de un fantasmal enemigo externo que pretende desdibujar y doblegar a la Madre Patria.
El alicaído precio del petróleo, la fuga de capitales en una no muy acostumbrada economía abierta y los distintos conflictos geopolíticos explican la crisis que vive Rusia. No es ninguna novedad, de la desintegración natural de la ex Unión Soviética, sus periodos de estabilidad serían casi la excepción. Su efecto en la economía mundial bajo la mirada económica, sustrayéndose su periodo militar, es menor. Una situación concreta: los préstamos de bancos estadounidenses a Rusia alcanzan solo al 0,1 del PIB de EE.UU. y los banqueros europeos han aprendido la lección, por las mencionadas crisis financieras anteriores, con abultadas pérdidas.