Incendios y violentismo
“Cada vez aumentan en su violencia, como en los incendios de maquinarias y oficinas forestales de Lanco y los de Lumaco Bajo en Río Bueno”
Como todos los años en la época de verano, recrudecen los incendios forestales. Asombra ver como el fuego va consumiendo miles y miles de hectáreas de bosques, pastizales y hoy siembras de cereales, donde las evidencias del fuego intencional resultan cada día más claras.
Cuando las llamas son provocadas por varios focos de fuego simultáneamente, las comunidades locales identifican que se trata de incendios intencionales. También lo son, por supuesto, aquellos en los que se han destrozado maquinarias, camiones pesados y construcciones ligadas al trabajo forestal. Al ser intencionales, estos desmanes no pueden ser previstos por la policía y menos por los bomberos, o brigadistas de Conaf, quienes se encuentran incluso con una serie de dificultades para acceder a los lugares atacados.
Como bien lo ha dicho el presidente de la Sociedad Agrícola de Valdivia, ya no se trata de hechos aislados, como ocurría hasta hace unos años. Hoy resulta claro que los incendios intencionales son un problema sistematizado, que cada vez aumenta en su violencia, como quedó de manifiesto en los recientes incendios de maquinarias y oficinas forestales de Lanco y los sucesos de Lumaco Bajo en Río Bueno, demostrando la coordinación entre el fuego intencional y ocupaciones ilegales de tierras.
Las estadísticas ya hablan de cerca de treinta mil hectáreas devastadas entre Coquimbo y la Región de Los Ríos. Es por esto que ya no es preciso hablar sólo de la grave situación que vive la Región de La Araucanía en materia de incendios y tomas, pues los daños generados se han extendido con la misma violencia hacia el norte y sur del país.
Durante años se ha planteado la necesidad de una política de emergencia que disponga de recursos para combatir los incendios forestales; esta medida se hace cada vez más urgente que aproveche las experiencias de otros países, como la UME española. Ahora cabe esperar que no tenga que transcurrir mucho tiempo más para recuperar lo que desean los ciudadanos pacíficos que es, nada más y nada menos, poder trabajar en paz y armonía. Lo que ha quedado demostrado con estos lamentables episodios es que ya no se está en presencia de hechos aislados y lo que corresponde es que las instituciones demuestren que no se amilanan ante este incremento del violentismo.