La apresurada agenda de Bachelet
“Aunque nadie en La Moneda se atrevería a reconocerlo, el acelerado ritmo legislativo, que incluye importantes proyectos a ser despachados y aprobados antes del 31 de enero, se ha transformado en la mejor razón táctica para que la Presidenta no haga todavía su cambio de gabinete”.
Por Gonzalo Müller
Aunque nadie en La Moneda se atrevería a reconocerlo, el acelerado ritmo legislativo, que incluye importantes proyectos a ser despachados y aprobados antes del 31 de enero, se ha transformado en la mejor razón táctica para que la Presidenta no haga todavía su cambio de gabinete.
Por sexto mes consecutivo, las encuestas muestran un aumento del rechazo y una baja de la aprobación de la Presidenta. En ese contexto, un cambio de gabinete sería la respuesta a un diseño que, según la opinión mayoritaria de los ciudadanos, no resultó. Entonces, ¿por qué esperar? La respuesta a estas alturas apunta a que la coyuntura de tener a la UDI concentrada en su defensa ante el caso Penta le da margen para construir su propio punto de inflexión político, uno que no dependa de nadie más que de la disciplina de sus parlamentarios en el Congreso, que aceptan casi sin mayor debate acelerar y cumplir con una agenda y un plazo autoimpuestos, dejando al Gobierno con un cierre de año legislativo positivo desde la lógica del cumplimiento de metas, tan propia del Gobierno de Piñera.
Cambio al sistema electoral; fin al lucro, al copago y a la selección; Ministerio de la Mujer; Acuerdo de Vida en Pareja. 10 proyectos de diversas materias e importancias tienen de cabeza al trabajo legislativo para cumplir con el plazo del 31 de enero. La necesidad de logros que mostrar es clara. La duda es si este paquete de proyectos constituye algo más que una lista de supermercado para la ciudadanía. Esa es la gran duda que enfrenta la estrategia de la Presidenta.
Ya veremos si la premura legislativa tuvo éxito en aprobación ciudadana. Los costos de legislar aceleradamente, disminuyendo la importancia del debate parlamentario, generan roces entre los partidos, tensionados por cada proyecto de una manera distinta, como la DC y el PPD en torno al proyecto del aborto.
Pero aunque la probabilidad de éxito de esta táctica gubernamental en busca de apoyo es alta, y le permitiría hacer un cambio de gabinete menos doloroso, el riesgo es que la ciudadanía suele ser sensible y percibir cuando las autoridades ejercen sus cargos en busca de la aprobación, y no en función de sus verdaderos problemas y necesidades. El verse necesitado de apoyo es, por lejos, la mejor manera de espantar una mejora en la opinión de los ciudadanos frente a su Gobierno.