La DC y Fuerza Pública
Por Sergio Muñoz Riveros.
“Si Mariana Aylwin es expulsada de las filas de la DC, este partido se habrá causado un serio daño a sí mismo”.
Por Sergio Muñoz Riveros
Si Mariana Aylwin es finalmente expulsada de las filas de la DC, este partido se habrá causado un serio daño a sí mismo. Por su integridad y por el sentido nacional con que actúa, ella es respetada por amplios sectores. Aunque los acusadores han levantado como pretexto punitivo su participación en el movimiento Fuerza Pública (FP), liderado por Andrés Velasco, el principal cargo que le han hecho son sus críticas a la reforma educacional. Cuestionar un proyecto de La Moneda vendría a ser una especie de herejía. Y sucede que, ante la oleada de críticas, el ministro de Educación se ha visto obligado a modificar una y otra vez el diseño original de la reforma para atenuar sus efectos negativos.
Tres integrantes de la cúpula de FP optaron por dejar de ser militantes de la DC en las últimas semanas. No es esa la intención de Mariana Aylwin, quien ha reafirmado su pertenencia al partido y además ha reivindicado el derecho a expresar su pensamiento sin coacciones.
Tal vez los democratacristianos que se integraron a FP hayan imaginado en su momento que podrían establecer un puente entre la DC y ese movimiento, en el que participan numerosos profesionales progresistas, incluidos varios colaboradores de los gobiernos de la Concertación. Pero en la política siempre gravitan los intereses, los celos y los proyectos de poder: el movimiento de Velasco quiere ganar su propio espacio; la DC, proteger el suyo. Quienes renunciaron a la DC le harían un flaco favor a FP si intentan contagiarle su vehemente animosidad contra los dirigentes democratacristianos. Si no construyeron un puente, por lo menos no deberían empeñarse en levantar un muro.
Es legítimo que la DC rechace la eventual doble militancia de sus afiliados, lo que podría ocurrir si FP pasa a ser partido. Pero también necesita afinar una estrategia que le permita dialogar con ese movimiento y otros sectores de centro y centroizquierda que hoy no se sienten interpretados por el bloque gobernante. Mucha gente tiene esperanzas en el papel que pueda jugar la DC en la articulación de una corriente que busque una nueva síntesis entre libertad e igualdad, entre prosperidad y solidaridad, entre estabilidad y cambio, y que sea ajena a cualquier veleidad populista.
El telón de fondo es, cómo no, la próxima elección presidencial. Es probable que al entrar en vigencia el sistema proporcional llegue a su fin la inercia de bloques que ha predominado por un cuarto de siglo. En ese cuadro, sólo se justificarán las primarias presidenciales de partido, pero no más allá. ¿Significa entonces que todos los candidatos podrían competir en primera vuelta? ¿Y por qué no? ¿Qué impediría establecer pactos de gobierno en segunda vuelta?