Los desafíos de Dilma Rousseff
“La incertidumbre acerca de los involucrados en la corrupción deja dudas acerca del financiamiento de la campaña de Rousseff”.
La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, asumió el jueves pasado. En este segundo mandato, Rousseff ha emprendido desafíos que, de resolverlos, le permitirán recuperarse de las heridas que le han provocado la corrupción y el menor crecimiento del país. Este no alcanzó el 1% y un fue una fuerte baja en los principales índices de Brasil, la séptima economía mundial.
Rousseff dedicó su discurso a estos desafíos y depositó su confianza en que su nuevo ministro de Hacienda, el banquero Joaquim Levy, podrá bajar la inflación y ordenar las arcas fiscales con un plan de ajustes y ahorro que aún no convence al Partido de los Trabajadores, uno de los nueve que conforman la alianza del Gobierno.
Para combatir a la corrupción, Rousseff ha denunciado que existen “enemigos extremos” contra Petrobras, la principal empresa del país que controla el gobierno y una de las petroleras más grandes del planeta. No identificó a estos enemigos y hoy todos le demandan que haga públicos sus nombres. Las denuncias de coimas y desvíos de fondos sobrepasan los cuatro mil millones de dólares, e involucran incluso a ex ministros y colaboradores directos del gobierno, que han terminado en la cárcel. La misma Presidenta fue la máxima directiva del complejo petrolero antes de asumir su primer mandato en el 2010. Veremos si es capaz de asumir sacrificios en su base de apoyo al constatarse que se encuentran comprometidos en la corruptela. La incertidumbre acerca de quienes están involucrados en la corrupción llega hasta la eventualidad de que nuevos ministros pudieran estarlo y deja dudas de que parte de la campaña de Rousseff haya sido financiada con esos mismos fondos.
Entre los asistentes a la ceremonia de toma de mando se encontraban 12 mandatarios y el Vicepresidente Joe Biden, cuya visita ha sido interpretada como una recomposición de relaciones con los Estados Unidos, luego que se revelara que los organismos de seguridad americanos habían grabado las conversaciones telefónicas de Dilma. Por eso fue crucial el nombramiento, en esa dirección, del nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, quien, hasta hace unos días, se desempeñaba como embajador ante la Casa Blanca. Se enrocó con el ex canciller Figueiredo, que ha asumido en Washington y es quien tendrá la tarea de normalizar las relaciones entre ambas naciones.