Panorama cultural
“Resulta muy destacable que estos esfuerzos de emprendimiento cultural no sólo se desarrollen en las comunas con más recursos de Santiago”.
El inicio del año, y en particular el mes de enero, se ha transformado en la temporada más intensa de actividades culturales, tanto en Santiago como en las principales ciudades y balnearios del país, especialmente en lo que a montajes al aire libre y para todo público se refiere.
Hacer del espacio público un lugar apropiado para el arte y la cultura, parece no sólo una gran idea, sino una manera de otorgarle a éste la oportunidad de jugar el verdadero y último papel para el cual está diseñado.
Ahora bien, resulta muy destacable que estos esfuerzos de emprendimiento cultural no sólo se desarrollen en las comunas con más recursos de la zona metropolitana, sino también en los barrios, sectores medios y populares de la región y el país. Ello es mérito principal de los municipios que, con gran esfuerzo, montan ofertas artísticas de verano para otorgar reales oportunidades de esparcimiento y entretención a sus vecinos y a muchas familias que permanecerán en Santiago durante la temporada estival. Lo interesante del fenómeno es que también se ha extendido a ciudades y comunas, donde aprovechando las tradiciones locales se montan atractivas ferias, conciertos y festivales que agregan auténtico valor a la oferta turística que se entrega a los visitantes.
Mención aparte debe hacerse en este tema al decidido apoyo que otorga la empresa privada para la realización de estos espectáculos. Sin su concurso, resultaría imposible haber llegado al nivel, calidad y permanencia que hoy exhiben. Para ello se valen de mecanismos de incentivo tributario que deben resguardarse y, más aun, ampliarse, para promover que nuevas empresas contribuyan en este sentido. Las experiencias norteamericana y europea constituyen buenos ejemplos a seguir. Allí es común ver a compañías privadas, municipios y ONG transformados en socios estratégicos detrás del común propósito de expandir el arte y la cultura.
Una buena iniciativa sería que la autoridad decretara la realización de un segundo día del patrimonio, esta vez, en verano. Ello permitiría que la enorme cantidad de turistas nacionales que se desplazan por el país en enero y febrero puedan acceder, como lo hacen los propios habitantes de esos lugares en invierno, a los recintos más emblemáticos de la cultura nacional y local. Así se podría estimular y expandir el conocimiento que tenemos los chilenos de nuestro patrimonio histórico.