Propósitos tuiteros
Por Eduardo Arriagada
“En inglés las palabras apurarse y puntualidad aparecieron después de la masificación del reloj. Hasta entonces no se habían hecho necesarias, se hablaba de los momentos de mañana y la tarde, y durante este tiempo se iba llegando y cumpliendo”.
Por Eduardo Arriagada
En inglés las palabras apurarse y puntualidad aparecieron después de la masificación del reloj. Hasta entonces no se habían hecho necesarias, se hablaba de los momentos de mañana y la tarde, y durante este tiempo se iba llegando y cumpliendo.
La tecnología creó la sensación de que eran las “nine o’clock” y luego las versiones digitales de los relojes comenzaron a puntualizar las “y 55”, “y 56”, “y 57”, etc. Al hacer tan precisos los segundos, iniciamos la carrera para llegar a tiempo. Y entonces surgió la sensación de atraso, tan propia de nuestra época. Luego, internet nos convenció de la idea tan poco humana de que todas las horas son intercambiables. A pesar de que sabemos que no es lo mismo una hora de trabajo a media mañana que una tras el almuerzo.
Y ahora vivimos esclavos de la agenda digital que llevamos en el bolsillo. Ella es la que administra nuestro ritmo y la que manda. Es nuestro jefe, señala Douglas Rushkoff.
Pero igual que la tecnología ha sido la responsable de marcarnos el paso, también puede jugar a nuestro favor si aprovechamos la nueva combinación de las redes sociales con los aparatos digitales móviles.
Porque esa combinación bien aprovechada, permitiría personalizar nuestro tiempo convirtiéndose en un filtro eficiente para la sobrecarga de información dominante.
Al revisar a quienes seguimos en Twitter podemos conseguir leer solo lo que vale la pena. Y al cambiar la configuración de las notificaciones de cada uno de nuestros aparatos digitales podemos reservarnos momentos para leer y escribir, y separarlos de los que disponemos para participar en la conversación digital. El reloj seguirá su ritmo, pero nosotros elegimos cuándo y con quién.
Al iniciar el año, como parte de los propósitos, recomiendo hacerse el tiempo de depurar a aquellos a quienes seguimos y crear espacios, momentos desconectados. Esto nos dará la oportunidad de ser creativos y volver a aprender. Tratemos de dejar de leer mientras oímos una conferencia, escribir mientras hablamos con alguien o cualquier otra cosa que nos empuje a creer que podemos hacer bien dos cosas a la vez.