Segunda Mirada: Cristina Corleone
“Pero la líder de las familias mantiene a sus amigos cerca, y a sus enemigos aún más cerca. El fiscal debió saber que nunca hay que traicionar a la familia, pero se decidió a declarar de todos modos”.
Un entrometido fiscal ha estado persiguiendo a la Madrina. Durante 8 años juntó pruebas en su contra que, supuestamente, la comprometían en un encubrimiento terrorista.
Pero la líder de las familias mantiene a sus amigos cerca, y a sus enemigos aún más cerca. El fiscal debió saber que nunca hay que traicionar a la familia, pero se decidió a declarar de todos modos.
Sin embargo, el día antes de su cita en la corte, rechazó una oferta que no podía rechazar. Nada personal, sólo negocios.
El agobio y la responsabilidad moral carcomían su conciencia y produjeron en el fiscal un severo trauma que lo condujo a un fulminante y trágico suicidio. Fue muy cuidadoso de ponerse guantes para no ensuciar sus manos de pólvora al disparar esa pistola de bajísimo calibre, y de dejar entreabierta la puerta de servicio para que el jefe de seguridad del gobierno pudiese entrar a periciar su cadáver.
El fiscal debió mantener su boca cerrada y sus ojos abiertos. Hoy duerme con los peces.