Un Imacec para ponderar
“Los actores políticos deberán ser muy conscientes de este panorama a la hora de abordar la agenda económica ”.
Según las cifras entregadas ayer por el Banco Central, el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) de noviembre pasado creció un 1,3% en relación con el mismo mes del año anterior. Aunque se trata de una variación interanual un tanto mejor que el promedio de 1% anticipado por el grueso de los analistas, se ubica dentro de las proyecciones del instituto emisor y del consenso del mercado, con lo cual se estima que la economía chilena habrá cerrado el 2014 con un crecimiento en torno al 1,7%.
Según el informe del Central, en el resultado de noviembre influyó positivamente el mayor valor agregado de los sectores energético y de servicios, aunque sin embargo fue atenuado por una caída en el desempeño de la minería (-3,2%), la producción de la industria manufacturera (-3%) y las ventas del comercio mayorista (-0,1%).
Por un lado, las variaciones que registró el Imacec en los últimos meses del año pasado tienden a avalar cierto optimismo debido a que el menor dinamismo económico habría alcanzado una relativa estabilización; por otro, estas cifras confirmarían que el país se expandió a su menor ritmo desde 2009, con lo cual cobran fuerza las previsiones de un escaso crecimiento para los próximos meses y disminuye la posibilidad de lograr tasas significativamente mayores durante 2015. De ahí que el ministro de Hacienda haya advertido que “se espera que el país crezca de manera lenta” este año.
En este escenario —cuyo impacto sobre el empleo aún no es posible cuantificar con certeza, pero que sin duda no será irrelevante—, los actores del mercado prevén que el Banco Central mantendrá la tasa de política monetaria en el 3% que fijó el año pasado. A la vez, resta por ver cuál será el efecto en la economía del mayor gasto fiscal anunciado por el Ejecutivo como medida para estimular el crecimiento.
Los actores políticos, en tanto, deberán ser muy conscientes de este complejo panorama a la hora de abordar los distintos aspectos de la agenda económica —ya sea desde el Gobierno, el oficialismo o la oposición—, evitando discusiones estériles y señales contraproducentes que puedan sembrar dudas domésticas o externas sobre la reactivación que el país necesita para seguir avanzando en la senda del desarrollo.