Escándalos en la Iglesia
“Hay que tener en cuenta que el catolicismo está formado por seres humanos”.
Sorprendió al mundo entero que el Papa Francisco haya denunciado públicamente los graves defectos de la Curia Romana. Enumeró 15 fallas. Algunos serían pecados y otros, además, delitos. ¿Es prudente hacerlo en ese modo? Ha originado critica, y el Papa lo sabe.
Críticas ha habido siempre, porque fallas y anomalías, tantas como pecados, han existido siempre. Bastaría leer el libro de los Hechos de los Apóstoles o la primera Historia de la Iglesia de Eusebio de Cesárea (S. IV d. C.) para darse cuenta de que crisis y fallas han acompañado a la Iglesia, pero nunca han sido mayoría.
Hay que tener en cuenta que el catolicismo está formado por seres humanos, que son entes que desarrollan y realizan tanto obras positivas, e incluso de santidad, como acciones negativas y pecadoras. Y ello se da tanto en la capitalidad de la Iglesia como en sus simples fieles.
El problema que hoy tenemos, que es serio, se agrava y se expande por la comunicación global, que multiplica las fallas y se presta a generalizaciones que sirven a los adversarios de toda religión.
Extraña que las fallas y pecados se encuentren sólo en el catolicismo, y no se vean en otras formas de cristianismo ni en otras religiones. Se podría pensar que existe una campaña en contra del catolicismo, especialmente porque éste se opone al aborto, eutanasia, eugenesia y a los controles artificiales de la natalidad. Además, porque mantiene un celibato en el clero, y es precisamente en un sector del clero donde se han dado escándalos de pedofilia y abusos, generando un contrasentido.
La mayor cantidad de problemas que el catolicismo ha tenido se han originado por la relación con el poder. Cuando en el S. IV la Iglesia se transformó en un elemento del Impero Romano, empezaron sus graves problemas, pues quedó en manos del poder político. Sucedió lo mismo en el período de la formación de Europa, con la llegada de los bárbaros y su conversión. Independizada la Iglesia del poder feudal e imperial, el catolicismo fue a la vez una religión y un Estado, hasta 1870.
No puedo trazar en pocas líneas la historia de 21 siglos de la vida eclesial, pero se puede afirmar que su relación con el poder, cuando no ha sido equilibrada, ha permitido que algunas autoridades de la Iglesia se transformaran en dominadoras más que en servidoras, alejándose del ideal que Cristo predicó: ser servidor y no señor.
La vida del catolicismo nos muestra infinitamente más gracias que pecados, y no sólo en el campo de la evangelización, sino que también en la lenta elaboración de lo que hoy se llaman derechos humanos, cuya raíz se encuentra en el Evangelio.
La Iglesia siempre necesitará un proceso de conversión, tanto en su cabeza como en sus miembros, ya que el ideal que predica es el de la santidad, un ideal altísimo. Para ello se requiere de las virtudes que el Evangelio presenta: humildad, rectitud de corazón, generosidad, pureza, sentido de servicio, fraternidad, generosidad, sin las cuales no es posible vivir la fe, la esperanza y la caridad.