Esperanza y crisis
“¿Por qué la crisis? La raíz del problema es una curiosa mezcla de ateísmo e inmoralidad”.
Visitando algunas capitales europeas este mes, he percibido un malestar relacionado con el desencanto de la política. Corrupción y tráfico de influencias son lo que con más fuerza se nota. A todo esto habría que agregar que la crisis económica que sacude al occidente europeo es vista como consecuencia de la corrupción, las relaciones entre política y economía y la impunidad que parece imposible de derrotar.
No parece que la dramática situación de Grecia pueda arreglarse, ya que las promesas electorales que llevaron al actual gobierno a triunfar, no se podrán cumplir. Parecería que el populismo no puede solucionar nada. Inútiles han sido los llamados de líderes intelectuales mundiales o espirituales como el Papa para encontrar una solución. La crítica del Pontífice al actual sistema económico mundial de Occidente, o no se entiende, o simplemente se descalifica.
Política y economía deberían estar regidas por principios de carácter ético. La gran pregunta que queda es: ¿por qué la crisis? ¿Por qué esta desilusión ante los fracasos? La raíz del problema la encontramos en una curiosa mezcla de ateísmo e inmoralidad. La carencia de espíritu moral, se quiera o no, está en relación con la ausencia de un principio superior ordenador, de una ley que, por sobre todo lo contingente, busca el bien común.
Al rechazar el principio del bien común, el ser humano y especialmente quien tiene poder, sólo parecen buscar su propio beneficio. Aparecen ensimismados en un enjambre de múltiples interacciones que, creyendo buscar relaciones solidarias, los llevan a todo lo contrario. En este mundo de comunicación inmediata, el hombre parece estar encerrado en sí mismo. Rendir pasa a ser el fin de todo el proceso económico y social, olvidando que el hombre es mucho más que un ente de producción; por ello explota y a la vez es explotado. O el mundo se reencanta con principios morales o la desilusión puede crecer y llegar quién sabe dónde.
Otro tema que preocupa enormemente es el aumento de inmigrantes, desarrollando un espíritu xenófobo. Este incremento ha aumentado el número de los que votan por los partidos de extrema. El europeo, como todo ser humano, busca vivir en paz, pero esta crisis lo lleva a vivir más bien crispado. Si agregamos a lo anterior la violencia fundamentalista islámica, tendremos un cuadro de la tensa situación que se percibe, aun cuando la vida sigue transcurriendo con normalidad. Pero a pesar de su tensión, Europa seguirá siendo un atractivo por su inmensa riqueza cultural, social, religiosa y económica, que mucho tiene que decir a países como Chile.