Estado de Bienestar: camino plausible
Por Hugo Eduardo Herrera
“Confundir socialismo y Estado de Bienestar es ignorancia”.
Por Hugo Eduardo Herrera
Muchos en la derecha abominan del Estado de Bienestar. Hay quienes simplemente no lo distinguen del socialismo. Otros sí hacen la distinción, pero para criticar duramente al Estado de Bienestar y reivindicar el modelo chileno.
Confundir socialismo y Estado de Bienestar es ignorancia. Francia y Alemania son casos paradigmáticos de Estado de Bienestar. Corea del Norte o Cuba, de socialismo. ¿No hay un abismo de diferencia entre éstas y aquéllas? ¿Se justifica la crítica de nuestra derecha al Estado de Bienestar?
Alemania tiene, ciertamente, aspectos criticables, pero es también la tierra de una economía de mercado pujante, muchísimo más avanzada que nuestro precario “modelo”. Allá el mercado no se limita a generar servicios de calidad regular y barras de cobre, sino tecnología de punta: se fabrican varios de los mejores automóviles del mundo y una gama de productos que va desde las frutas y verduras al conocimiento filosófico y científico de vanguardia. Alemania evidencia una combinación admirable de libertad económica, social y política, con integración del pueblo y distribución del poder. Las organizaciones sindicales son fuertes, más responsables. El Estado es grande, pero eficiente. No se lo entiende como caja pagadora de sueldos de los compinches. Lejos de constituir un modelo fracasado, Alemania es capaz de levantar incluso a las alicaídas economías del sur de Europa. No es un monstruo que temer, sino, quizás, un camino para seguir. Esto puede sonar a herejía en nuestra derecha local, partidaria de un liberalismo radical.
Estamos lejos en muchos aspectos de las naciones que aplican exitosamente el Estado de Bienestar, pero, pese a la distancia, podemos aprender de ellas lo que han hecho bien. Especialmente hoy, cuando nuestra economía advierte signos de agotamiento (como la dependencia excesiva del cobre, una productividad del trabajo que ha tendido al estancamiento) y existen fuertes demandas por mayores niveles de integración social, participación y distribución del poder. La Unión Social Cristiana y la Unión Demócrata Cristiana, por ejemplo –los partidos de derecha germana (y de los que nuestra derecha se ha beneficiado en programas colaborativos)–, se encuentran firmemente comprometidas con dicho modelo, asentadas en sus instituciones. Participan en la construcción de un Estado que, pese a sus defectos, conduce en una medida importante los destinos del continente más avanzado de occidente. ¿No será el Estado de Bienestar, antes que anatema, un camino plausible a buscar por la derecha nacional?