Grecia, sus deudas y sus acreedores
“¿Mediterráneos irresponsables contra teutones austeros? La realidad es más compleja”.
Ayer comenzó en Bruselas una serie de reuniones entre los ministros de Finanzas de los 19 países que usan el euro como su moneda nacional para buscar una solución a la creciente crisis en torno de Grecia y su voluntad y capacidad de pagar su deuda externa nacional de sobre 170% de su producto bruto. Las negociaciones se suspendieron tras sólo seis horas, cuando no se pudo acordar ni la estructura de las mismas conversaciones.
El 25 de enero, Syriza, un nuevo partido de centroizquierda, obtuvo un amplio triunfo, con 36% de los votos, basado en su rechazo a las medidas de austeridad impuestas por la “troika” extranjera de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, como condición para el rescate de US$ 173 mil millones extendidos en febrero de 2012. En mayo del 2010, la Unión Europea y el FMI habían entregado otros US$ 147 mil millones a Grecia.
Está en juego la salida de Grecia de la unión monetaria, poniendo en peligro el futuro del euro. El conflicto ha sido caricaturizado en términos tajantes: Grecia contra Alemania; deudores contra acreedores; mediterráneos irresponsables contra teutones austeros. La realidad es más compleja.
El pago de la deuda es responsabilidad tanto de Grecia como de sus acreedores. Ellos tenían la obligación moral de considerar la capacidad de Grecia de cancelar. El nivel de deuda, su déficit fiscal y la ineficacia del Estado griego, con un sector público gigantesco e ineficiente, eran conocidos por todos. Y los fondos de emergencia no terminaron en manos de los griegos. Como señaló el columnista Martin Wolf, de las enormes sumas del rescate (equivalentes al 125% de su PGB), sólo el 11% fue gastado en programas del gobierno griego. El resto se asignó al pago de intereses e, indirectamente, al respaldo de los bancos acreedores.
El problema de fondo es el Tratado de Maastricht, que creó la moneda común con una política monetaria compartida para controlar la inflación, pero con políticas fiscales distintas. De tal forma se permitió a países con mala administración de sus finanzas, como Grecia e Italia, acumular una deuda a tasas bajas, que no reflejaban el verdadero riesgo de su morosidad.
La economía de Grecia se ha contraído 25% en los últimos cinco años y su tasa de desempleo está en torno al 26%. El nivel de sacrificio que se puede exigir al pueblo de Grecia tiene límites, especialmente si se le pide restituir fondos a países acreedores que rescataron a bancos privados de préstamos otorgados en forma irresponsable.