La derecha hoy
“Cambiar el nombre o pensar en un partido único no dan con el nivel de profundidad de la crisis”.
Por Hugo Eduardo Herrera
Alberto Edwards es –con Encina– el intelectual de derecha chileno más destacado de la primera mitad del siglo 20. Le debemos una crítica de la “fronda” o clase dirigente, entonces coincidente con la derecha, que aún hoy mantiene vigencia. Esa clase exhibe “una gran capacidad administrativa y financiera” como su virtud; como defectos: la “ineptitud para dirigir los elementos espirituales de la alta política” y el “desdén mercantil por los problemas de vastas proyecciones”.
Piénsese en el gobierno de Piñera: redujo la pobreza con una eficacia superior, inalcanzable para Bachelet. Sin embargo, fue sobrepasado por la discusión ideológica y no logró dar con los sentimientos del pueblo, ni percatarse de la cuestión educacional hasta que estalló. No tuvo empatía con las provincias, y se le volvieron fuente de conflicto.
Edwards indica que el materialismo práctico de la derecha y su falta de entendimiento prospectivo la hicieron abandonar el campo ideológico. Las cosas funcionaron hasta que la izquierda logró articular un “proletariado intelectual”, capaz de develar sus intereses. Entonces el viejo orden colapsó.
La crisis de la derecha actual se debe, en lo fundamental, a las mismas causas detectadas por Edwards: a la combinación de ausencia de visión para los problemas nacionales, especialmente los ideológicos, y materialismo práctico. El drama de Edwards –que es el drama de todo intelectual partidario de una derecha específicamente política– fue que, para lograr perfilar una propuesta política legítima, debió denunciar la pobreza ideológica y los intereses de clase que afectaban al sector. Esa operación no sólo es arriesgada, sino dolorosa: carga sobre el denunciante el rechazo atávico de quienes quedan expuestos al desnudo en el campo de las ideas y demasiado pendientes del cofre, en el económico. La dura labor emprendida de Edwards era insoslayable, tal cual lo es hoy. Cambiar el nombre de la coalición o pensar en un partido único son iniciativas loables. Pero no dan con el nivel de profundidad de la crisis. Las circunstancias nos llevan, como en el tiempo de Edwards, a una situación en la cual se planteará la cruda alternativa: o la derecha se robustece ideológicamente y separa lo político de lo económico, o deja de existir como sector relevante.