Ucrania: El desafío de Putin
“La idea de que Ucrania se integre a la UE adoptando valores democráticos es insostenible para el Kremlin”.
No había mucho optimismo en torno al resultado del cese del fuego de la guerra en Ucrania, firmado en Minsk el 12 de febrero producto de una negociación entre líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania, y rebeles separatistas de ese país. La Canciller alemana, Angela Merkel, declaró que el acuerdo representaba sólo “un tenue brillo de esperanza, pero por supuesto, las palabras deben coincidir con hechos”.
En los días siguientes, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, dio su respuesta a Merkel, al Presidente de Francia, François Hollande, y al resto de la Unión Europea, con los hechos en el campo de batalla. Los rebeldes pro rusos de Ucrania oriental, respaldados por armas y tropas rusas, continuaron su ofensiva hasta lograr conquistar Debaltseve la semana pasada, ciudad importante por su infraestructura ferroviaria.
La Unión Europea y sus líderes han sido humillados, y Putin dejó claro que su estrategia de desestabilizar Ucrania y frenar su acercamiento hacia Occidente no sería revertida. En las negociaciones no fue mencionada la invasión y ocupación por Rusia, el año pasado, de Crimea, que transgredió la integridad territorial y la independencia política de Ucrania en violación al Artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, así como al Memorando de Budapest de 1994, donde Rusia se comprometió a respetar las fronteras internacionales de Ucrania a cambio de que el gobierno de ese país entregara el arsenal nuclear sobre el cual tenía control físico, pero no operacional.
Las medidas de Putin han llevado las relaciones entre Rusia y Occidente a su punto más peligroso desde el fin de la Guerra Fría. Ha quedado atrás la aspiración de que Rusia se convirtiera en lo que Boris Yeltsin llamaba “un país normal”, una democracia al estilo occidental, con una economía de libre mercado. El Presidente Putin, en cambio, aboga por el poder absoluto del Estado sobre los derechos y las vidas de sus ciudadanos. Las protestas en Ucrania en febrero de 2014 —que culminaron con el derrocamiento del Presidente pro ruso Viktor Yanukovych— fueron consideradas por Putin como una amenaza directa al gobierno y sistema de vida de su país.
La idea de que un país limítrofe y ex miembro de la antigua Unión Soviética se integre a la Unión Europea y adopte los valores de gobiernos democráticos es insostenible para el Kremlin. Los pueblos de Estonia, Letonia y Lituania, todas ex repúblicas soviéticas y actualmente miembros de la Unión Europea y de la OTAN, desde 2004, tienen motivo para preocuparse por su independencia.