Bachelet y la crisis institucional
Por Juan Cristóbal Portales
Investigador Escuela Periodismo UAI
“Si Bachelet mantiene la línea estratégica política, lo más probable es que comience a consolidar una sensación de quiebre institucional”.
Por Juan Cristóbal Portales
Investigador Escuela Periodismo UAI
El ambiente político y social que se vive hoy tiene algunos visos del quiebre de nuestra institucionalidad a inicios de los 70. Tal como sucedía por ese entonces, se observa una creciente tendencia del gobierno de Bachelet a corromper el concepto de inclusión e igualdad al equipararlo con prácticas populistas, y socavar ética y formalmente nuestras instituciones republicanas. Ejemplos sobran. Hay un persistente esfuerzo por deslegitimar al Parlamento. Primero al pactar la Reforma Tributaria entre cuatro paredes en el living del ex ministro de economía de Piñera y ahora representante de los empresarios, Juan Andrés Fontaine.
Después, al generar un Comité Asesor Presidencial Anticorrupción que reconoce tácitamente la incapacidad del cuerpo legislativo, de los partidos políticos, del Consejo para la Transparencia y del mismo Ejecutivo para adoptar medidas que regulen la relación política-dinero. Previamente, está de más decir que la propia Presidenta obvió cualquier medida de rectificación de las actuaciones, a lo menos poco éticas, de su hijo en el marco del “Nueragate”. A estos hechos se suma la política bacheletista de atender con giftcards las necesidades de una población porteña en permanente estado de alerta incendiaria y riesgo vital, ansiosa de soluciones habitacionales definitivas. O la deslegitimación que hace el propio gobierno de su Cancillería al tratar de salvar el impasse diplomático con Perú proponiendo a Soledad Alvear como mediadora, y a continuación recibir el rechazo del gobierno peruano a este canal no institucional. Y como corolario, habría que mencionar el espaldarazo público del Gobierno para que la arista política del Caso Penta —radicada ahora en Soquimich y que involucraría a personeros de la derecha y Nueva Mayoría— quede lejos del Ministerio Público y se circunscriba a los llamados de autodenuncia del Servicio de Impuestos Internos. Si Bachelet mantiene la línea política estratégica trazada (que antecede a una estrategia comunicacional) y se niega a efectuar cambios en su gabinete político, lo más probable es que comience a consolidar una sensación de desgobierno y quiebre institucional tal, que termine por validar a futuro ciertas expresiones políticas ajenas al sistema o liderazgos populistas como forma más estructurada de autoridad.