Cambio en la OEA
“Insulza, a fin de cuentas, deja bien puesto el nombre de Chile”.
Hoy corresponde elegir al nuevo secretario general de la OEA y todo indica que Luis Almagro, de Uruguay, será quien asuma esa responsabilidad por los próximos cinco años, en reemplazo de nuestro compatriota José Miguel Insulza.
El ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Mujica ha llegado sin contendor a este punto y ha comprometido los apoyos de los países del ALBA, caribeños, Mercosur y también el de Chile, por lo que se ha asegurado la elección por un solo período, como ha señalado, advirtiendo que no haría ningún intento de reelegirse.
Al menos con Insulza, que estuvo en el cargo por diez años, imperó la racionalidad y la valentía para estar presente en los hechos más críticos, como los que afectaron a los gobiernos de Paraguay y Honduras, y aunque intentó terciar en la difícil situación venezolana, en definitiva, lo que se ha podido obtener para preservar la democracia ha sido bastante poco. Es cierto que el secretario general es un mandatario de los gobiernos del hemisferio, que hacen prevalecer las determinaciones de conjunto y sobre ellas, nada puede sobreponerse. Panamá intentó impulsar una Sesión de Consultas por el caso de Corina Machado, pero no encontró eco en ningún país latinoamericano y el intento terminó con la ruptura de relaciones entre Panamá y Venezuela.
Almagro ha dicho en declaraciones antiguas que el caso de Venezuela lo trata Unasur y que no corresponde meterse. Al parecer, esa será su línea luego de asumir. La entidad, este fin de semana, en Ecuador, acordó reclamar a Estados Unidos para que anule las sanciones a Venezuela, que incluyen el congelamiento de ingresos y propiedades, de venezolanos que han preferido tener sus cuentas y viviendas en Miami y otras ciudades americanas que en países menos capitalistas. Ahora se vivirá otro momento estelar cuando se recompongan las relaciones entre Cuba y EE.UU. y retornen a la OEA aquellos que la consideraron el “Ministerio de las colonias del imperialismo”.
Insulza cerrará un ciclo en la jefatura del organismo que, justo es reconocerlo, mantiene la preeminencia frente al demérito de las demás organizaciones latinoamericanas y, con su paso, ha tributado un reconocimiento a otro connacional, como Carlos Dávila, también socialista que estuvo en los primeros años de la fundación de la OEA, en un salto que, a fin de cuentas, deja bien puesto el nombre de Chile. Ahora vuelve a la Patria para incorporarse a la arena política que ha estado mirando, en todo momento, desde Washington.