Dos mentiras que hacen una
Por Fernando Balcells
“Hay que tener confianza en la gente y vigilancia sobre las instituciones, y no al revés”.
Por Fernando Balcells
Las repetidas denuncias de uso de licencias médicas falsas y de evasión en el Transantiago me tienen impactado. Según nos dicen, uno de cada cuatro chilenos se cuela en el transporte público y falsifica licencias médicas. Como no sabemos si son los mismos, puede ser que la mitad de los chilenos seamos ladrones —más un porcentaje adicional si sumamos a los que evaden impuestos—.
Lo que se promueve es un diagnóstico de empate social entre los abusos de algunas empresas y las conductas tramposas de la gente. Se propone moralizar a este pueblo descarriado y, como sugiere otro comentarista (Tironi), cerrar los ojos, ‘apretar los dientes y confiar’ en las instituciones, mientras eres abusado.
He investigado durante un par de semanas las cifras de evasión en las micros y las licencias. Consulté en la web del Transantiago y de la Super de Salud, entre una decena de otros sitios de actores. El relato de la búsqueda es digno de un especial de Condorito. La Super de Salud respondió dos veces a la ‘Sra. Fernando’, para decir, a las 8:20 AM, que su horario de atención empieza a las 9:00 AM y que mi consulta estaba fuera de horario. Transantiago tiene la consulta ‘en proceso’.
En el sitio de Suseso (Superintendencia de Seguridad Social), encontré una memoria 2010-2013 con afirmaciones interesantes. Entre 2009 y 2012, la cantidad de licencias médicas disminuyó un 7,1%, pasando de 3,9 millones a 3,6 millones. Los días subsidiados bajaron de 8.9 por trabajador en 2009 a 7 días por trabajador en 2012. Entre las alegrías del informe, destacaba el inicio de la fiscalización de licencias médicas. A diciembre de 2013 se había sancionado a 35 médicos por emitir licencias falsas. Un estimado de 500 licencias por médico, arroja un total de 17.500 licencias ‘falsas’; un 0.48% del total de licencias emitidas.
En varios lugares que aparecen cuando se googlea ‘evasión en el Transantiago’, se resume una investigación realizada por inspectores, que habrían fiscalizado a 1,9 millones de pasajeros, detectando un 5,5% de evasión. En distintos sitios las cantidades varían, pero en ninguno se entrega información sobre metodología, fechas, recorridos y horarios en los que se habría investigado.
Ambas cifras están muy lejos de las cantidades inventadas para nivelar la cancha en la deshonestidad. En ambas situaciones de consumo se puede constatar una mejoría importante en los índices de responsabilidad de la gente y en ambas queda en evidencia la mentira y la caracterización anticiudadana de los problemas. Aquí hay una responsabilidad pública con las cifras que, en primer lugar, compromete a las autoridades de Gobierno. Este debe explicar por qué permanece impávido ante la publicidad denigratoria de la ciudadanía, amparada en cifras falsas que se le atribuye haber validado.
Parece ser hora de que cambiemos el asiento de nuestra inocencia. Hay que tener confianza en la gente y vigilancia sobre las instituciones, y no al revés, como se pretende en los artificios numéricos de las profecías de la ‘crisis moral’ que estaríamos viviendo.