El Consejo Asesor y la precaución
“En momentos en que la desconfianza hacia las instituciones y el desprestigio de la actividad política avanzan en la sociedad chilena, quejas como esa no parecen oportunas”.
Ha llamado la atención que el Consejo Asesor contra los Conflictos de Interés, Tráfico de Influencias y la Corrupción, creado esta semana por la Presidenta Bachelet, esté conformado por un grupo mayoritario de técnicos y no por personas que vengan específicamente del mundo político. Varios parlamentarios se han pronunciado, partiendo por presidentes de partidos, planteando que se requieren soluciones que emanen del mundo político y que, por tanto, habría una falta de representación en esta mesa. Sin embargo, llama aún más la atención este reparo, pues el origen de esta comisión radica precisamente en casos que tienen directa relación con los políticos, como lo es el financiamiento irregular de campañas.
En momentos en que la desconfianza hacia las instituciones y el desprestigio de la actividad política avanzan en la sociedad chilena, quejas como esa no parecen oportunas, pues de incluir políticos en la comisión podría darse la paradoja de que existiera, precisamente, un conflicto de interés.
Parte de los reparos que han provenido desde el mundo parlamentario estos días sostiene que es el Congreso el lugar donde se debe corregir la legislación actual e incorporar nuevas normas. Claro que lo es, y así mismo lo planteó la Presidenta al momento de dar a conocer los miembros de la instancia. Dijo que este sería un grupo para producir, desde el Ejecutivo, más y mejores propuestas que apunten a sobrepasar el mal momento por el que pasa la política, regulando su relación con el dinero de una forma acorde a los tiempos. Y que las iniciativas que de allí salieran, serían enviadas al Parlamento para complementar aquellas que ya están en trámite.
La comisión asesora cuenta con 16 personas con una reconocido interés en el mundo público. Conocen legislaciones comparadas y, como académicos, tienen a su haber una capacidad de deliberación y profundidad argumentativa que difícilmente se encuentra cuando se está en el ojo del huracán.
Por tanto, más que reclamar porque no hay ahí nadie que maneje las triquiñuelas políticas, es hora de que quienes forman parte del Poder Legislativo reciban con buena disposición aquello que se trabaja, precisamente, para un mejor desarrollo de su actividad.