Hillary hacia la Casa Blanca
“Ella usó un correo privado controlado por un servidor privado ubicado en su casa, lo que los excluye de peticiones de transparencia”.
Aún no ha anunciado que entrará en la carrera presidencial hacia la Casa Blanca, pero la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, sabe perfectamente que tendrá piedras en el camino si pretende reemplazar a Obama. Tiene en su historial antecedentes que la dejan expuesta, desde desórdenes recientes con sus correos electrónicos hasta los escándalos pasados de su marido.
El problema que enfrenta hoy tiene que ver con el manejo de las comunicaciones de funcionarios oficiales. Durante los cuatro años que se desempeñó como secretaria de Estado no usó su correo oficial para realizar gestiones, sino el personal. Después de WikiLeaks y las denuncias de ciberespionaje chino y coreano, la ciudadanía ha quedado sensible al empleo de la comunicación electrónica y, aunque pudiese pensarse que el gobierno debe tener cortafuegos y medidas de última generación para evitar el espionaje y el hackeo, está claro que la secretaria no se atuvo a las instrucciones oficiales. Estas, al igual que en Chile, obligan emplear los canales oficiales para las cuestiones de trabajo formal. No usarlos genera especulación sobre los contenidos de estos correos y también puede llevar a pensar que se tratan cuestiones de intereses personales sobre los que no se quería dejar constancia oficial.
Los fondos que la fundación de su marido, Bill Clinton, ha recibido desde que dejó la Casa Blanca, y que contemplan pagos por sus conferencias, también incluyen aportes de otros países, especialmente de naciones árabes. Estos movimientos también deben ser transparentados, pues, expresamente, en EE.UU. está prohibido recibir donaciones externas para campañas electorales.
Por lo menos en el tema de los correos, Hillary ha debido responder a la petición legal de darlos a conocer, y le ha pedido al Departamento de Estado que revise su correo personal y clasifique más de cincuenta mil comunicaciones, correspondientes a sus gestiones en dicho cargo.
El fundador de la Oficina de Información y Privacidad del Departamento de Justicia, Dan Metcalfe, quien fue durante 25 años la máxima autoridad sobre transparencia en el gobierno, declaró que la justificación entregada por Hillary Clinton era “risible”.
Ella empleó un correo privado controlado por un servidor privado ubicado en su residencia, lo cual los deja fuera del alcance de peticiones de transparencia. Según Metcalfe —quien afirma que a pesar de este caso votaría por ella—, las medidas adoptadas por Hillary constituyen “una descarada elusión del Ley de Acceso a la Información por alguien que sin duda sabe que no corresponde”.