Infraestructura hídrica
Por Carlos Piaggio V.
Gerente de Infraestructura Cámara Chilena de la Construcción
“Para suplir el déficit deben invertirse US$ 6.500 millones, cinco veces la inversión que realizó el MOP”.
Por Carlos Piaggio V.
Gerente de Infraestructura Cámara Chilena de la Construcción
La grave situación de sequía que afecta a la zona centro-norte del país exige ser abordada con mirada de largo plazo y un trabajo público-privado en al menos tres ámbitos: eficiencia en el uso del agua, habilitación de nuevas fuentes de abastecimiento e inversión en infraestructura hídrica.
En cuanto al primer punto, debiera mejorarse la información del mercado de derechos de agua para evitar asimetrías en la disponibilidad de la misma. En tanto, junto con la construcción de plantas de desalación en el norte, tendrían que realizarse los estudios que permitan evaluar seriamente una futura carretera hídrica, como una opción plausible para aumentar el suministro en las zonas deficitarias.
En materia de infraestructura hídrica, se estima que para suplir el déficit acumulado deben invertirse cerca de US$ 6.500 millones en la próxima década, lo que equivale a quintuplicar la inversión que en esta área realizó el Ministerio de Obras Públicas (MOP) en el período 2000-2010.
Para respaldar este monto basta considerar que además de las obras anunciadas hace unos días, las autoridades ya habían presentado un plan para construir 25 embalses —y sus respectivos sistemas de canalización y distribución—, de los cuales 16 fueron definidos como prioritarios. La inversión requerida para estos últimos bordea los US$ 3.000 millones, a los que se agregan US$ 1.000 millones si se considera la cartera no priorizada. Sin embargo, en los últimos años el MOP ha invertido en embalses entre US$ 80 y US$ 100 millones anuales, por lo que, de mantenerse este volumen de inversión, el plan tardaría 40 años en materializarse.
Chile enfrenta también un gran retraso en relación con canales de regadío, ya sea por la necesidad de construir nuevas obras o de mejorar las ya existentes. Al respecto, debiera diseñarse un programa masivo de intervención de 300.000 hectáreas en diez años, lo que implicaría aproximadamente una inversión total de US$ 900 millones.
Por otra parte, no puede descartarse que en el mediano y largo plazo se requieran nuevas iniciativas para mitigar los efectos del cambio climático asociados a reducción de los caudales y déficits en los cursos de los ríos.
La escasez relativa de disponibilidad de agua —abundante en el sur y escasa en la zona centro-norte— es un tema de la mayor relevancia social y económica, y demanda una mirada estratégica y decisión política para abordarlo adecuadamente.
Un primer paso en esta línea es que exista una Política Nacional de Recursos Hídricos, que cuente con un alto nivel de consenso y cuya materialización trascienda los gobiernos. De igual forma, y dados los montos involucrados, el modelo de concesiones debiera jugar un rol central si se espera afrontar con éxito este desafío.