Penta: La esperanza en juego
Por Pablo Collada
Director Ejecutivo Fundación Ciudadano Inteligente
“La ciudadanía no puede ser un espectador desde las gradas de este circo”.
Por Pablo Collada
Director Ejecutivo Fundación Ciudadano Inteligente
Tenemos la esperanza de que vivimos en un sitio justo, donde la ley vale, donde las instituciones son sólidas y las autoridades merecen nuestro respeto. De que cada decisión es tomada en beneficio de la sociedad y de que el bienestar es un lugar común fácilmente comprensible y accesible. Esa esperanza, a veces escondida bajo mucha incertidumbre, es la que nos permite vivir en sociedad y confiar en que estamos mejor así.
Esa esperanza también se compone de ideas fundacionales de igualdad y ejercicio de derechos. Aunque a veces la realidad diga lo contrario, esa esperanza nos ofrece la idea de que todos contamos lo mismo y que nuestros derechos serán defendidos sin importar de dónde vengamos. La democracia es el sistema en que está basada esa esperanza, y sus instituciones y reglas son vehículos para asegurar su cumplimiento. Hoy, como nunca, ese sistema se enfrenta a diversos retos.
Hace algunos meses se develaron pruebas que confirmaron las terribles sospechas de muchos: el dinero y la política a veces tienen relaciones que buscan desdeñar esa democracia en función de intereses particulares. A propósito del caso Penta y SQM salieron a la luz prácticas irregulares que han puesto en juego esos pilares de igualdad y ejercicio de derechos, justo en el momento en que unos cuantos optaron por doblar las reglas del juego democrático y salieron airosos.
Hoy se formaliza el caso jurídicamente. En un acto lleno de cámaras y tensión, se habrán de presentar las querellas correspondientes frente a los implicados. El Estado y un conjunto de querellantes formalizarán su intención de buscar que los actos se aclaren y que se imputen las responsabilidades correspondientes. Hoy, Chile se juega una parte importante de eso que tanto le ha costado construir: la confianza, la esperanza, el sueño de que quienes aquí habitan gozan de los mismos derechos. Será un proceso largo y complejo, donde las batallas y argumentaciones legales serán arduas. Los abogados utilizarán sus armas más potentes y cada actor usará todo el capital que pueda para inclinar la balanza a su favor. Pero hay un capital enorme que se ha puesto sobre la mesa: el capital ciudadano.
El caso que hoy se formaliza abre una posibilidad para que esa esperanza no sólo espere, sino que alce la voz.
La ciudadanía no puede ser un espectador desde las gradas de este circo. Debe entrar y hacer valer sus derechos de manera activa: es responsabilidad de todos seguir el caso y comentarlo, poner ahí sus intereses, reconocer las implicaciones que tiene para el futuro democrático y no sólo apostar a que esa esperanza no se quiebre, sino que se fortalezca.