Segunda mirada: Todo depende de la arista
Máquina de defraudar o máquina de generar empleo, el caso Penta ha dejado de manifiesto, una vez más, las variantes que posee nuestra lengua para designar una misma situación. Si en vez de fraude y soborno las formalizaciones fuesen por hurto o desórdenes, los implicados serían antisociales; las irregularidades, delitos de alta connotación social, y […]
Máquina de defraudar o máquina de generar empleo, el caso Penta ha dejado de manifiesto, una vez más, las variantes que posee nuestra lengua para designar una misma situación.
Si en vez de fraude y soborno las formalizaciones fuesen por hurto o desórdenes, los implicados serían antisociales; las irregularidades, delitos de alta connotación social, y el connotado empresario controlador del grupo sería el temido líder de una banda criminal.
¿Será sólo percepción o es que un hecho puede transformarse según cómo se designe? Un viejo lingüista diría que el lenguaje construye realidad y Penta pasa a ser un ejemplo perfecto de ello. Así, es posible que los barrotes oxidados y las celdas hacinadas que reciban a los antisociales en la Penitenciaría se conviertan en las cómodas instalaciones y espaciosos camarotes que en Capitán Yáber esperan a los desdichados implicados.
E. Risopatrón