Segunda mirada: Un perro al Congreso
La masiva desconfianza en las personas que ostentan cargos públicos ha provocado que la ciudadanía confíe más en los animales. Una situación preocupante, que podría llegar a afectarnos. En Sao Paulo, por ejemplo, un rinoceronte ganó las elecciones municipales de 1958, pero por razones de fuerza mayor no pudo asumir. En Virginia, EE.UU., un gato […]
La masiva desconfianza en las personas que ostentan cargos públicos ha provocado que la ciudadanía confíe más en los animales. Una situación preocupante, que podría llegar a afectarnos.
En Sao Paulo, por ejemplo, un rinoceronte ganó las elecciones municipales de 1958, pero por razones de fuerza mayor no pudo asumir. En Virginia, EE.UU., un gato se lanzó a la contienda por el senado en 2012, con un programa basado en la creación de empleos para salir de la crisis, pero la ridiculización de la prensa provocó que no obtuviera suficiente apoyo. Latijas, en Texas, ha tenido una dinastía de tres generaciones de cabras ocupando cargos en el Congreso, y en Talkeetna, una localidad de Alaska, un gato sin cola, pero con severas ansias de poder, ostenta el cargo de alcalde desde julio de 1997.
Aunque en nuestro país todavía no se han esgrimido animales para optar por cargos de representación popular, poco a poco Spike, un quiltro más conocido como “el perrito Lipigas” ha ido ganando adeptos, alzándose como la voz del pueblo.
E. Risopatrón