Solidaridades
“Desde el New Deal de Roosevelt y el informe Beveridge, el mundo civilizado fue alejándose del sueño de Hayek-Rand hasta que llegó la dictadura en Chile”.
La catástrofe de Atacama reclama solidaridad. Nadie la va a negar, porque en momentos como éste nadie lo hace. Sin embargo, la verdadera prueba para la solidaridad es sistematizarla, a pesar de la resistencia de muchos.
En los 70 y 80, Chile vivió una de las raras experiencias mundiales de laissez faire. Ayn Rand, escritora de cabecera de los libertarios, escribe en 1957 en “La Rebelión de Atlas” que los que empiezan diciendo que es egoíta perseguir tus propios deseos y que debes sacrificarlos por los de otros, terminan pidiéndote que sacrifiques tus convicciones. Según ella, el ser humano debe enfrentar los desafíos de la existencia con sus propias fuerzas. De esa lucha con el mundo exterior y las debilidades propias surgirán mujeres y hombres dignos de su libertad. Es la idea del “Camino de servidumbre” de Hayek hecha novela.
Desde el New Deal de Roosevelt y el informe Beveridge, el mundo civilizado fue alejándose del sueño de Hayek-Rand hasta que llegó la dictadura en Chile, la que destruyendo el modesto Estado de Bienestar criollo reinstaló el laissez faire, que se caracterizó porque no había regulación laboral, los sindicatos no tenían poder y la discrecionalidad empresarial actuaba sin contrapeso. Sin regulación de libre competencia, las empresas privatizadas, luego de ser monopolios naturales, pudieron crecer sin límites. Sin regulaciones medioambientales, pudieron distribuir geográficamente sus actividades sin complicación. La regulación financiera era laxa y muchos usaron información privilegiada.
El desarrollo empresarial cambió las élites económicas: las nuevas fortunas no son de familias tradicionales. Gracias a las reformas de los 90 se impulsó la movilidad social. Surgió una clase media dueña de su vivienda y con acceso a educación, pero vulnerable: sus logros son recientes y el riesgo de volver a ser pobre es real para una proporción importante.
La democratización de Chile hizo desaparecer el laissez faire. Pero Ayn Rand se equivoca: la solidaridad no ha detenido el emprendimiento. Los problemas de productividad de Chile tienen otras causas. El nuevo Estado de Bienestar chileno es compatible con el progreso económico en un contexto democrático. Los seguidores de Hayek-Rand no ven que en un mundo urbanizado, con especialización del trabajo e integración económica, los temores de la clase media son reales y deben ser considerados. Esos temores son los que han surgido en 2006 y con fuerza desde 2011. La crisis política puede tener muchas consecuencias, pero hay que evitar una: cambiar el rumbo de políticas que profundizan nuestro Estado de Bienestar, mayor previsibilidad para la clase media y solidaridad ante eventos fuera de la responsabilidad de los individuos.