Humala y el espionaje
“Lo ocurrido es continuación de una historia antigua, en que organismos ceden a la tentación de espiar”.
La censura de la Primera Ministra peruana, Ana Jara, por el Congreso unicameral ha sido un golpe fuerte al gobierno del Presidente Humala, el cual atraviesa un momento difícil por denuncias de corrupción que implican a su esposa, lo que ha provocado una caída estrepitosa en su popularidad.
La Premier censurada, situación que no ocurría desde hace cinco décadas, fue acusada de haber permitido el espionaje de los servicios de inteligencia peruanos (la Dirección Nacional de Inteligencia, DINI) a políticos, periodistas y empresarios que no son afines al régimen. La situación se tornó escandalosa, llevando al gobierno a cerrar la DINI y reestructurar el organismo.
La DINI es sucesora del Servicio de Inteligencia Nacional, famoso durante el gobierno de Fujimori por el uso que el asesor de seguridad Vladimiro Montesinos hacía de él para controlar y espiar a opositores. Con la llegada de Humala, éste nombró allí a militares retirados cercanos a él y la había dotado de recursos para comprar modernos aparatos para interceptar teléfonos e internet, entre otros. Se señalaba que eran para fines externos —como el narcotráfico y Sendero—, pero pronto aparecieron denuncias de que la DINI vigilaba a políticos opositores e interceptaba sus comunicaciones. Uno de los primeros en denunciar esto fue Fernando Rospigliosi, ex ministro del Interior durante la presidencia de Toledo. También Alan García y Keiko Fujimori han denunciado ser objeto de espionaje.
Hace unas semanas, el diario Correo publicó documentos donde agentes de la DINI informan a sus mandos acerca de las actividades, propiedades, negocios y familias, con fotografías de varios notables críticos del régimen, de izquierda y derecha. La presidenta del Consejo de Ministros, Ana Jara, negó tener noticias del caso, destituyó a los mandos y anunció la disolución de la DINI. Pero opositores y la prensa dicen que, de alguna manera, se sigue con lo mismo. El nuevo gabinete estará encabezado por Pedro Cateriano; entusiasta acusador de la denuncia de espionaje chileno que genera reacciones internas y provoca, de paso, la salida del Canciller Gonzalo Gutiérrez.
Humala tendrá que pedir el voto de confianza del Congreso para que asuma, pero lo ocurrido es continuación de una historia antigua, en que FF.AA., Policía y el ente oficial ceden a la tentación de espiar, a veces para negocios propios, no políticos, y, lo que es peor, todos ellos se enfrentan entre sí.